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Más allá de la existencia o no de un problema legal, el verdadero reto para el proyecto del Malecón Tajamar es responder a los acuerdos derivados de la COP21 de Cambio Climático, que implican la responsabilidad de asumir mecanismos preventivos y de adaptación a este proceso.
El presidente del Colegio de Biólogos de México, Raúl Arriaga Becerra, anunció la donación de mil plantas de manglar para que Fonatur las utilice en acciones que correspondan por el desarrollo de este proyecto.
En conferencia de prensa explicó que, en efecto, el desarrollo del proyecto del Malecón Tajamar se llevó a cabo conforme a la Normatividad de 2005, justo cuando todavía no se había declarado el problema del calentamiento global.
Por lo mismo y debido a que dicha normatividad estaba vigente, el proceso de desmonte de mangle se efectuó de acuerdo con lo establecido; sin embargo, el problema se suscitó por la forma en que se llevó a cabo.
Sin embargo, el problema no es si se lleva a cabo o no este proyecto, sino verdaderamente responder a los acuerdos señalados en la 21 Conferencia de las Partes (COP21), que señala la nueva disposición de generar resiliencia al cambio climático.
Arriaga Becerra explicó que si bien el predio está urbanizado, colinda con la laguna de Nichupté, y por lo mismo habría que reforzar la protección de la laguna hacia la zona urbana.
Una medida que es lógica y que no requiere de mayor pensamiento es que sobre la orilla de la laguna hay que poner mangle, ya que se trata de una zona de riesgo que resultaría afectada en caso de producirse un ciclón, como Wilma o Gilberto.
Porque la tormenta y el nivel del agua van a venir de la laguna hacia la tierra, por ello aunque el terreno puede estar adentro y urbanizado, la laguna es un cuerpo que se verá afectado con las posibles tormentas que puedan presentarse en el futuro y por lo mismo hay que establecer una medida de protección.
De ahí deriva la acción de donar mil plantas de mangle para que los desarrolladores las coloquen en el lugar donde sea más conveniente, a fin de proteger la nueva zona a urbanizar.
Aclaró que resulta incorrecto señalar que este proyecto represente un "ecocidio", ya que en realidad dicha zona no era un ecosistema de manglar, sino que se había producido como resultado del proceso se urbanización de la zona de Cancún.
Es decir, al producirse la urbanización en dicha zona se generaron las condiciones para que el mangle creciera tiempo después en esa área, en tanto que los animales que circundan comenzaron a habitar el lugar, "pero en realidad ese manglar no existía antes".
Por ello y a pregunta expresa de cuánto tardaría dicho terreno en volver a las condiciones en que estaba antes del desmonte, aseguró que no le tormaría más de tres meses, ya que se trata de un terreno en el que se da el mangle.
No es como en el caso de las Áreas Naturales Protegidas, en donde los ecosistemas han estado desde siempre, "ahí la recuperación tardaría hasta 15 años", tal y como se puede apreciar en las labores de rehabilitación de Nichupté.
spb