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El gobierno de Chiapas se pronunció por el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés, suscritos entre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el gobierno federal, el 16 de febrero de 1996, para resarcir “ la deuda histórica” que se tienen con los pueblos indígenas del país.
Al cumplirse este 1 de enero el XXII aniversario del surgimiento del EZLN, el secretario general de gobierno, Juan Carlos Gómez Aranda, a nombre de la administración estatal, expresó que cumplir los Acuerdos de San Andrés no solo saldaría “una deuda histórica pendiente con los pueblos indígenas y con ese proceso de diálogo y negociación”, sino que sería cauce adecuado para soluciones a conflictos actuales.
“Los Acuerdos de San Andrés podrían fortalecer posibilidades de desarrollo y bienestar, permitirían complementariamente a los pueblos indígenas, aportar y construir más desde su cultura como sujetos sociales y políticos”, aseguró el funcionario estatal.
Al señalar, en un comunicado, que el próximo 16 de febrero “se cumplirán 19 años” de la firma de los Acuerdos de San Andrés, Gómez Aranda sostuvo que al respecto el gobierno actual ha mantenido una postura firme.
Asimismo, realiza esfuerzos distintos en el terreno de la distensión, trabajando arduamente para resolver los viejos rezagos y los nuevos problemas “que afligen a los pueblos de Chiapas”, enfatizó.
Aseveró que el gobierno chiapaneco mantiene el compromiso de impulsar el desarrollo social “sin distinciones ni condicionamientos” en el combate al rezago ancestral y el respeto a las garantías y derechos.
Al conmemorar un aniversario más de su presencia en Chiapas, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) aseguró que no “sólo está mejor” que hace 22 años, sino que “su nivel de vida es superior” al de quienes se sujetaron al gobierno, sus grupos y partidos políticos.
El EZLN sostuvo que durante este período de lucha de resistencia y rebeldía, los zapatistas siguen construyendo otra forma de vida, gobernándose como pueblos colectivos, bajo los principios de mandar obedeciendo, con un nuevo sistema de vida como pueblos originarios.
Denuncio que a la persistencia del hambre y la pobreza se añade la desesperanza. Las comunidades partidistas “son grupos limosneros” que no saben ya trabajar la tierra, que sólo esperan el siguiente programa gubernamental de ayuda, la próxima temporada electoral.
En cambio, aseguró, en las comunidades zapatistas tal vez no hay casas de cemento, ni televisiones digitales ni camiones último modelo, pero la gente trabaja su tierra. La vida que transcurre es suya, producto de su trabajo y su conocimiento, no es regalo de nadie.