Los restos del general  José  María Melo y Ortiz, oficial  y soldado de Simón Bolívar  y otros héroes de la Independencia Latinoamericana, yacen olvidados desde hace 154 años en una tumba no localizada de la hacienda Juncaná, en el municipio de La Trinitaria,  en la región fronteriza de Chiapas, donde el colombiano murió defendiendo las causas liberales  de México.

El militar y político, que combatió al lado de  Bolívar y los también libertadores de América, Antonio José de Sucre y Francisco de Paula Santander,  murió fusilado en la madrugada del 1 de junio de 1860, tras  una emboscada y captura  por tropas del general conservador Juan Ortega.

El historiador  chiapaneco José Luis Castro Aguilar  refirió  que el llamado “Héroe desconocido” de Chiapas fue emboscado con su tropa, formada  por campesinos de la región, por más de 50 soldados de infantería del general Ortega, quien combatía desde la frontera con Guatemala, las Leyes de Reforma, impulsadas en el estado por el  gobernador Ángel Albino Corzo.

En el enfrentamiento de más de una hora, José María  Melo fue derrotado con sus hombres, la mayoría  de ellos indígenas tojolabales, sin formación militar ni experiencia en combates.

Castro Aguilar agregó que en la confusión, el general Melo  fue capturado por las fuerzas opositoras. “Después de una hora de prisionero, y  sin formación de causa, fue pasado por las armas por órdenes expresas del general  Juan Ortega”.

El historiador y cronista  de Tuxtla Gutiérrez recordó que el general Melo, originario de Chaparral de los Reyes, Tolima, Colombia, “antiguo y distinguido” soldado de Bolívar, de Santander y de Sucre, “peleó por la vigencia de las Leyes de Reforma y la Constitución Política de 1857, por el reconocimiento del gobierno  republicano de Benito Juárez  y de Ángel Albino Corzo”.

En sus apuntes “El general José María Melo, soldado de Bolívar, sacrificado en Chiapas”,  el historiador colombiano Gustavo Vargas Martínez destaca que la lucha  del militar  colombiano en Chiapas representó  una contribución a la actividad internacionalista a favor del liberalismo mexicano de Juárez.

El general y ex presidente de Colombia se involucró   en  esa tradición Bolivariana de  colaboración entre  los países de América, “en este caso agredidos por potencias extranjeras, como sucedió poco tiempo después con la invasión francesa a México”, subrayó el académico y ex asesor histórico  del extinto Premio Nobel de Literatura,  Gabriel García Márquez.

El escritor e investigador  chiapaneco Mario Nandayapa lamentó  el olvido, el anonimato y la indiferencia de las autoridades de México y  Colombia en torno a los restos no localizados y el pasaje histórico de la vida del  “soldado de Bolívar” en Chiapas.

De su estancia de sólo  tres meses en Chiapas,  durante los cuales  también formó  y capacitó a las fuerzas militares locales,  queda sólo una placa conmemorativa en la pequeña ermita de Juncaná, cuando en 1989 autoridades mexicanas y colombianas realizaron las únicas excavaciones infructuosas para localizar la tumba de Melo.

Ese año, en ocasión del primer  homenaje en Chiapas al militar colombiano, el poeta tuxtleco Enoch Cancino Casahonda comentó  que el escritor García Márquez informó al entonces presidente mexicano Carlos Salinas de Gortari que un soldado de Bolívar, estaba enterrado “en el mayor olvido” en tierra chiapaneca.

Salinas dispuso que el Instituto Nacional de Antropología e Historia enviara a especialistas a la búsqueda de los restos del  colombiano para restituirlos a su tierra natal.

A 154 años de la muerte del liberal,  Mario  Nandayapa subrayó que  José María Melo es un personaje latinoamericano que no ha sido valorado en su justa dimensión histórica; “no hay interés, y sí desconocimiento sobre él, tanto del gobierno mexicano como también del colombiano”.

Los restos del  “soldado de Bolívar” deben ser recuperados y trasladados a su país en acto solemne como corresponde a su trayectoria  y papel histórico, sostuvo el doctor en literatura.

Pese al olvido institucional, puntualizó,  del combatiente colombiano está también en México, parte de su linaje que expandieron su hijo Máximo Melo Granados, con quien llegó a Chiapas,  y su esposa Amada Corzo, hija del héroe del liberalismo chiapaneco Ángel Albino Corzo.

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