La crisis de credibilidad que durante años cultivaron los partidos políticos, un descontento casi generalizado en contra de la forma en que se ejerce la política y la reforma electoral que entró en vigor en febrero de 2014, son algunos de los factores que provocaron que en el proceso electoral de 2015 emergiera una oleada de candidaturas independientes cuyos resultados —mínimos si se habla desde la estadística— fueron significativos y suficientes para oxigenar el sistema político del país y abrir nuevos debates sobre su funcionamiento.
Para dimensionar lo que han generado las victorias de los independientes y lo que implicó cada una, hay que acudir primero a las cifras: según datos del Instituto Nacional Electoral (INE) y sus Organismos Públicos Locales, en la contienda de 2015 se renovaron las 500 diputaciones que integran la Cámara Baja del Congreso de la Unión, nueve gubernaturas, mil nueve alcaldías y jefaturas delegacionales, 20 juntas municipales y 641 diputaciones locales; en total 2 mil 179 puestos disputados por más de 11 mil 700 candidatos de los que únicamente 125 fueron independientes y sólo seis de ellos obtuvieron victorias (4.6%).
Pero más allá de los números es necesario dar rostro a ese pequeño grupo de candidatos independientes que hoy gobierna para descubrir que en la mayoría de los casos no son caras nuevas, sino viejos conocidos del sistema.
De los 71 independientes que compitieron por una presidencia municipal, sólo tres lograron el cargo: Alfonso Martínez, un ex panista que hoy encabeza el ayuntamiento de Morelia, Michoacán; José Alberto Méndez Pérez, otro ex panista que ganó la alcaldía de Comonfort, Guanajuato, ciudad que había administrado bajo las siglas del Acción Nacional, y César Valdés Martínez, ex funcionario de administraciones priístas y panistas en García, Nuevo León, ayuntamiento que hoy gobierna.
Entre los 22 candidatos sin partido que buscaron una curul en la Cámara de Diputados sólo el ex panista Manuel Clouthier obtuvo el escaño federal para representar al Distrito 5 de Sinaloa, y entre los tres que contendieron por alguna gubernatura, el único que la consiguió fue Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, político que renunció a una militancia de más de tres décadas en el PRI y que hoy gobierna Nuevo León.
Las piezas que conformaron la imagen de las candidaturas independientes no parecen muy distintas de las que constituyen la desgastada figura de los partidos políticos.
En Jalisco, en cambio, emergió un grupo de jóvenes con una idea distinta de la política y desde su organización, llamada Wikipolítica, se impulsó a Pedro Kumamoto —25 años, gestor cultural por el Iteso, sin militancia en algún partido— para contender por el distrito 10 de Zapopan, hasta entonces uno de los bastiones panistas más importantes del país.
Al igual que el resto de los independientes, Kumamoto entró a una contienda en franca desventaja ante los partidos, con raquíticas prerrogativas y un casi nulo acceso a espots, pero a diferencia del resto de los independientes, que durante la campaña echaron mano de las redes políticas construidas durante su paso por los partidos o administraciones públicas, tuvo que trabajar distinto y en directo con sus electores, lo que le otorgó a su triunfo cierto aire épico que lo proyectó como una figura emblemática.
Consolidar el sistema
Para Mario Ramos, consejero electoral de Jalisco, la figura de las candidaturas independientes ha generado una gran expectativa ante el descrédito de los partidos políticos, pero considera que es necesario reconocer que hasta ahora la mayoría de ellas tienen un claro antecedente partidista.
“Creo que eso nos habla de que los ciudadanos más bien le están dando un voto de confianza al sistema de representación política, es un mensaje de que se quiere seguir eligiendo a los gobernantes a través del voto, no obstante que no se está conforme con las opciones tradicionales (…) Hay distintos estudios que reflejan que los tres partidos más fuertes bajaron su votación y que la misma se ha atomizado; creo que en 2015 hay un parteaguas en cuanto a una participación más amplia de otras expresiones y en las siguientes elecciones federales, en 2018, serán un protagonista con mayor presencia, veremos un ‘boom’ de candidaturas independientes”, señala el especialista.
Ante esa alta expectativa, Ramos insiste en que es necesario señalar que las candidaturas independientes no son la panacea ni van a resolver los problemas de la gente por sí mismas, mucho menos sustituirán el sistema de partidos. “Serán una competencia para los partidos y éstos tendrán que afinar sus estrategias de comunicación con los ciudadanos y sus gestiones para recobrar la simpatía en las elecciones (…) son una oportunidad para consolidar el sistema de partidos, pues un régimen democrático no es posible sin éstos”, afirma.
El diputado Pedro Kumamoto indica que el sinónimo de candidato independiente no es la palabra “bueno”, pues simplemente es alguien que no está postulado por un partido: “Pero puede ser un pillo (…) es falso que las candidaturas independientes no provengan de grupos de poder, tenemos independientes con todos los signos de una candidatura priísta de corte corporativista y mesiánica del Siglo XIX”, explica
La discusión, según Kumamoto, se debe centrar en cómo utilizar esta herramienta para renovar las formas en que se hace la política, transformar las relaciones de poder en el país y devolver a los partidos políticos al camino de la representatividad de ideologías.
“El gran problema es que los partidos hoy representan grupos de amigos para constituir riqueza, y en ese sentido los independientes pueden ser una verdadera competencia para que éstos modifiquen la manera en que operan (…) pero si caemos en los mismos errores y excesos, no podremos cumplir esa función”, advierte.
Medidas de contención
Tras la elección del 7 de junio y ante los triunfos de los candidatos independientes, los congresos de Chihuahua, Tamaulipas, Sinaloa, Baja Califrnia Sur, Puebla, Tlaxcala y Veracruz aprobaron leyes que ponen más candados a quienes quieran competir sin partido; en algunas entidades se aumentaron los porcentajes de firmas del listado nominal que deben reunir, en otras incluso se determinó que se debe cumplir cierto tiempo sin militancia antes de la elección.
Algunas de estas leyes fueron impugnadas por partidos como el PRD, Morena o Movimiento Ciudadano y el asunto ha llegado hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que en casos como el de Puebla ha desestimado los argumentos de los inconformes y ha avalado los nuevos candados para los independientes.
En opinión del consejero electoral Mario Ramos, este tipo de leyes llamadas antiBronco son un mensaje negativo por parte de la mayoría de los partidos políticos: “Es una medida desesperada que pretende cerrarles el paso a través de la legislación, es un error tratar de cerrar la puerta por esta vía, porque eso generaría enojo en los ciudadanos, que buscarían entonces otras vías de participación política”.
Para Pedro Kumamoto estas leyes son mensajes de regreso al autoritarismo por parte de algunos gobernantes, que quieren llegar en 2018 a Los Pinos “y no entiendo cómo alguien que quiere ser presidente está demostrando ser un neanderthal en temas de democracia y derechos humanos”.
En su opinión, sólo la memoria histórica y la activación política de la sociedad podrán determinar si una candidatura independiente es conveniente o no: “Memoria para reconocer a quienes hicieron bien su trabajo, pero sobre todo participación para que no sólo mediante las urnas, sino mediante otros mecanismos, como el activismo, se puede demostrar que alguien es idóneo o no para una candidatura”.