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El "milagro" de Tlacote, la doble paradoja

El pueblo que años atrás recibía hasta cuatro mil visitantes por día en busca del agua “milagrosa” cuyas propiedades supuestamente curaban enfermedades crónicas, además de estar en el olvido, hoy padece la escasez del recurso que antes abundaba

En el recorrido hecho por EL UNIVERSAL, se comprobó el importante deterioro en el rancho, el cual el tiempo ha carcomido parte de su historia, las paredes y techos presentan cuarteaduras, cubiertas por salitre (GAEL VEGA. EL UNIVERSAL)
01/12/2015 |03:10
Redacción El Universal
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Atraídos por los presuntos poderes curativos del agua que se extraía de un manantial, entre 1990 y 1993, miles de visitantes de todo el mundo llegaron diariamente a este pueblo, hoy olvidado, con la esperanza de curarse de diabetes, epilepsia, cáncer y hasta Sida.

Luego de que Jesús Chahín Simón, dueño del rancho donde se encontraba el manantial, divulgó por el pueblo la versión de que sus animales enfermos habían sido curados por el agua, los habitantes de Tlacote comenzaron a acudir al lugar para beberla y a dar fe de supuestas enfermedades “curadas”.

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Medios nacionales e internacionales no tardaron en llegar y más tarde arribaron las multitudes. Hubo días en que hasta 4 mil personas hacían fila diariamente a las afueras del rancho en espera de que el dueño de éste les regalara un poco de agua. No sólo llegaba gente de escasos recursos, también ricos y famosos. José José y Magic Johnson fueron algunos de los visitantes distinguidos en busca de salud.

Hoy, a 25 años de distancia, este poblado rural ubicado a cinco kilómetros de la cabecera municipal de Querétaro, y asentado sobre la ladera de un cerro (se divide en dos zonas: Tlacote el Bajo y El Alto) vive sólo de sus recuerdos y está olvidado. Incluso por las noches, cuando sus poco más de cuatro mil habitantes se recogen en sus casas, parece un pueblo fantasma.

A excepción de la avenida Hidalgo, una vía principal, en el resto del pueblo se observan calles sin pavimento y sin banquetas. La mayoría de las casas son construcciones de concreto con fachadas sin pintar.

Pero no sólo el abandono es una característica del pueblo; también una doble paradoja: uno, padece graves problemas de agua; dos, hace años Chahín Limón murió aquejado por un cáncer que nunca pudo ser curado por el milagroso manantial.

En un recorrido realizado por el interior del rancho, EL UNIVERSAL constató el abandono en el que se encuentran las instalaciones cuya infraestructura creada para extraer el agua sigue activa para la agricultura. En las habitaciones que algún día fueron oficinas y bodegas se observan paredes y techos con cuarteaduras, cubiertas por una extensa capa de salitre, además, la humedad, el sol y el tiempo se han ido comiendo la pintura.

Los tanques y llaves desde donde se suministraba el agua, al igual que las puertas de las habitaciones, lucen oxidadas y llenas de polvo; los pisos se ven carcomidos, ante la mirada celosa de dos perros que vigilan el rancho, que ya casi nadie visita.

Las paredes de las bardas se encuentran rodeadas de matorrales y árboles que han crecido sin control. También el letrero que daba la bienvenida a los visitantes está hecho pedazos y queda únicamente un trozo, con las letras incompletas ya descoloridas y sostenido por una base totalmente oxidada.

Nostálgicos y sin agua. Durante una visita reciente al pueblo, el presidente municipal de Querétaro, Marcos Aguilar Vega, admitió la gran paradoja: los habitantes de Tlacote no tienen agua desde hace siete meses.

Al respecto, doña Luisa, una señora de 80 años de edad, confirmó que en el Tlacote hay problemas de suministro de agua, a pesar de que hace años era lo que menos faltaba, y de que el pueblo adquirió fama precisamente por la abundancia de este recurso.

“El municipio nos apoya con pipas y de esa forma llenamos nuestros tinacos, pero esa es la única forma en que puede llegar agua a nuestras casas”, comentó en entrevista.

En tono nostálgico, dijo que atrás quedaron los años en los que sobraba agua y se regalaba en gran cantidad.

Ramiro Sánchez Aguilar, dueño de una miscelánea asentada en el centro de la comunidad, recordó que en la década de los 90 llegaban todos los días hasta cuatro mil personas. “Las calles se encontraban llenas de gente, de coches, de autobuses de pasajeros”.

“Muchos de ellos se quedaban a dormir en el interior de los coches o acampaban sobre todo cuando se agotaba el agua”, recordó Sánchez Aguilar, quien agregó que otros visitantes llegaban en helicópteros, “pues se trataba de actores, cantantes, políticos, y deportistas muy importantes. Ellos recibían trato preferencial y no se formaban para que les dieran el agua”, relató.

Destacó que fue muy conocido el caso del Magic Johnson, el famoso basquetbolista de los Lakers de Los Ángeles, portador del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) o de cantantes de la talla de José José, Julio Iglesias y Juan Gabriel.

Agrega que muchos de los lugareños se aprovechaban de la situación para hacer negocio, debido a que vendían líquido que sacaban de las tomas de sus casas, “asegurando que tenían las mismas propiedades que el agua que se extraía del manantial”.

Otros, vendían garrafones, comida, además de que compraron coches y bicicletas para acarrear el líquido, la gente se autoempleaba; “hubo mucho progreso” en aquel entonces, pues la gente del pueblo comenzó a tener dinero, lo que les permitió mejorar sus casas y algunos más construyeron sus viviendas, la calle principal se pavimentó. “Había quienes acarreando garrafones llegaban a ganar hasta 2 mil pesos diarios”, añade.

El declive. Sánchez Aguilar rememora que así como comenzó el furor por el agua de Tlacote, también empezó a disminuir. Quizá tuvo que ver que el hecho de que pese a los testimonios, en concreto nunca se conoció de algún caso en específico de alguien que se haya curado de alguna enfermedad crónica. También al hecho de que químicos de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) analizaron el agua de Tlacote y concluyeron que no tenía propiedades especiales.

“Después, en la Semana Santa de 1993, Jesús Chahín cerró durante dos semanas su rancho al público y eso también influyó para que la gente, poco a poco, dejara de venir”, agrega.

Años más tarde, en 2004, a pesar de lo milagrosa que se consideraba el agua del manantial de Tlacote, Jesús Chahín Limón murió de cáncer “y la propiedad se le quedó a su esposa, quien años después la vendió a la familia Cosío”, actual propietaria.

Al terminarse el boom de visitantes en el Tlacote, la mayoría de los habitantes del poblado se fueron a trabajar de obreros a las diferentes fábricas de la ciudad de Querétaro, por lo que ahora hay muy pocos agricultores.

Por su parte, Arturo Cosío, quien forma parte de la familia que actualmente es propietaria del rancho, sostuvo que el fenómeno del agua milagrosa “no le dejó nada positivo al pueblo de Tlacote. Por lo que sentenció: “La gente de aquí sigue igual de pobre, el agua no mejoró en nada su situación”.