Monterrey.— El semblante de Rodrigo Medina tranquilo y a veces sonriente al principio, se tornó adusto, preocupado y sombrío cuando Jaime Rodríguez Calderón soltó una retahíla de frases de advertencia o amenaza, con dedicatoria directa a su finado gobierno: “Se acabó la fiesta a los bandidos”, y anunció que sin afán de venganza habrá auditorías en todas las dependencias, se revisará cada papel y cada jabón, y si alguien cometió un crimen o delito, que responda y dé la cara.
Flanqueado por el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, Medina siguió soportando la metralla verbal de quien lo sucede en el poder. El estado que guarda Nuevo León, añadió El Bronco, “es por la corrupción sin llenadera y el delirio de quienes se creyeron reyes, no gobernantes, que donde había ciudadanos veían súbditos y donde había dinero público, un botín”.
Ante el estupor de algunos y el regocijo de los más, la tunda siguió: “Se les acabó la fiesta a los bandidos, que ni se hagan ilusiones las manos largas, a partir de hoy se acabaron los moches y las transas, los lujos a costillas de la gente. Si quieren lana, háganla como la gente honesta: trabajando”, sentenció.
Y también advirtió a los contratistas que antes de pagar las deudas, el nuevo gobierno revisará que no haya intereses ocultos atrás, y con todo gusto se les pagará a los que hayan hecho negocio derecho.
En una noche cálida, extraña para un mes de octubre en Monterrey, Jaime Rodríguez Calderón se convirtió en el primer gobernador independiente de Nuevo León y de México, al rendir protesta en sesión solemne del Congreso del estado, en una ceremonia en la que estuvieron como invitados especiales 15 gobernadores y el secretario de Gobernación, Osorio Chong, con la representación del presidente Enrique Peña Nieto.
Destacó la presencia de los personajes más disímbolos de la política y la vida pública nacional como el controvertido panista Diego Fernández de Cevallos, abogado de grandes empresas para ayudarlas a pagar menos impuestos; y en el otro extremo, el sacerdote defensor de los migrantes y promotor de los derechos humanos, Alejandro Solalinde, así como Hipólito Mora, fundador de las autodefensas de Michoacán.
Ahí estuvo también el medallista olímpico Raúl González El Matemático, Dante Delgado Rannauro, dirigente nacional del partido Movimiento Ciudadano —cuyo instituto político declinó a la disputa por la gubernatura para sumarse a El Bronco—, el arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera López, y los rectores del Tecnológico de Monterrey, David Noel Ramírez, y de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Jesús Ancer Rodríguez.
Los gobernadores que atestiguaron la asunción de Rodríguez Calderón fueron los priístas Egidio Torre Cantú, de Tamaulipas; Rubén Moreira, de Coahuila; Mario Anguiano Moreno, de Colima; Juan Manuel Carreras López, de San Luis Potosí; Claudia Pavlovich, de Sonora; Alejandro Moreno Cárdenas, de Campeche; Eruviel Ávila, del Estado de México; Rolando Zapata Bello, de Yucatán; Roberto Sandoval Castañeda, de Nayarit, y Jorge Herrera Caldera, de Durango.
Asimismo, el perredista Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno del Distrito Federal; y los gobernadores Manuel Velasco (PVEM), de Chiapas; Francisco Domínguez Servién (PAN) de Querétaro; Gabino Cué (PAN-PRD-PT-MC), de Oaxaca, y Mario López Valdez (PAN-PRD-MC), de Sinaloa.
Aunque la verbena será hoy en el parque Fundidora, El Bronco dio un anticipo a simpatizantes que se concentraron en la Macroplaza, a quienes repartió abrazos, tras despojarse del traje formal que lució en la ceremonia y enfundarse en su clásico chaleco vaquero, que le ayudó a construirse la imagen de bronco.