Jaime Rodríguez Calderón asume la gubernatura de Nuevo León con el reto de satisfacer las grandes expectativas que generó durante la campaña, debido a las promesas que lo hicieron ganar abrumadoramente el 7 de junio.

Entre los ofrecimientos que El Bronco hizo durante campaña en busca del voto destacan: transporte gratuito para los estudiantes, cancelar el proyecto Monterrey VI, combatir la corrupción, encarcelar a Rodrigo Medina y no chapulinear hacia otro puesto.

Asimismo, ofreció promover una Ley de Participación Ciudadana, que incluya la consulta, el plebiscito, revocación de mandato y presupuesto participativo, e incluso someterse al veredicto ciudadano, para continuar o dejar el cargo.

La tarea que tiene en puerta Rodríguez Calderón es ardua y complicada, por la herencia que le deja el priísta Rodrigo Medina de la Cruz. En su sexenio hubo más de 5 mil homicidios vinculados con el crimen organizado y oficialmente se reconocen más de 2 mil desaparecidos.

Medina y su familia fueron objeto de numerosas denuncias públicas sobre presuntos actos de corrupción. De hecho, la bancada panista calificó a Medina como “el peor y más corrupto gobernador en la historia de nuestro estado”.

Entre las denuncias contra la administración de Medina destacan la desaparición de 312 mil juegos de placas de automóvil, y se le acusa de haber destinado más de 4 mil millones de pesos del erario estatal en favor de la armadora automotriz coreana Kia Motors.

Asimismo, de manera poco transparente, asignó el contrato para la construcción del Acueducto Monterrey VI a un consorcio encabezado por Grupo Higa, cuyo costo se disparó de 14 mil a más de 50 mil millones de pesos. Rodrigo Medina de la Cruz prometió que en agosto de 2015 entraría en operación la línea 3 del Metro, sin embargo, a dos meses de distancia ni siquiera se ha iniciado la construcción de los carros.

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