“Este día con sentimiento a flor de piel. Citla regresó a su casa... pensaba que a lo mejor se arrepentiría a último momento y se quedaría en casa, pero no fue así, murió mi esperanza de que ya se hubiera acostumbrado a mi compañía. Lo vi feliz, saltando, volando y se perdió entre los pastizales.
Su actitud me confirmó que Citla no es un perrito domesticado, aguanta estar en casa, pero ama su libertad, me hizo pensar en quién soy yo para sacarlo de su casa de miles de metros a la mía… la mía con patio de cemento y él acostumbrado a caminar en roca, nieve, arena pastizales… Qué envidia le tengo... que Dios lo cuide y proteja...”.