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El obispo de Tula, Juan Pedro Juárez Meléndez, a través de una carta dirigida a la parroquia de Mixquiahuala Hidalgo, a los sacerdotes y fieles de la diócesis de esa ciudad, pidió perdón por considera haber perdido la prudencia, y la falta de cordura y serenidad, durante el anuncio de retirar de la parroquia de nuestra señora de Guadalupe al sacerdote Alfredo Campos Sancen.
Durante la homilia dominical en donde además se realizaban confirmaciones, el obispo quiso hacer efectivo el documento que habían firmado con el sacerdote, en donde se señalaba que a partir del día siete dejaría la parroquia para atender su salud, descanso y reflexión espiritual; tras las acusaciones de agresión sexual en su contra, el documento se encuentra firmado por el obispo Juárez Meléndez, el sacerdote inculpado, así como el padre Emilio Zaragoza Lara, quien funge como abogado del acusado.
Sin embargo en la misa donde había cientos de personas congregadas, el párroco Alfredo Campos, negó haber firmado tal documento y encontrarse bajo presión por lo que convocó a sus seguidores a manifestarse en contra del obispo quien tuvo que ser sacado bajo resguardo de un grupo de granaderos ante la posibilidad de una agresión en su contra.
El sacerdote fue detenido por elementos de la policial investigadora el pasado 12 de agosto acusado de haber agredido a tres personas, una mujer y dos hombres uno de ellos menor de edad, por lo cual se inició la causa penal 98/2015, sin embargo fue dejado en libertad al no acreditar las pruebas suficientes, por lo que la Procuraduría de Justicia apeló el fallo del juez, además de la apelación al sacerdote se le sigue un proceso eclesiástico.
Esta situación derivó en un descontento de los seguidores del sacerdote quien durante su ingreso en presión también estuvieron presentes, con pancartas y gritos de apoyo al religioso los fieles arremetieron en contra del obispo, quien consideró por estos hechos la necesidad de pedir perdón al no haber actuado con mayor prudencia.
"Por ello quisiera pedir perdón públicamente a Dios y también a ustedes porque lo que debió ser un regalo del Espíritu Santo para todos, con mucho dolor y pena , terminó en gritos, confusión e indignación".
El obispo consideró que el pasado domingo fue uno de los días de mayor tristeza en su ministerio episcopal.
cfe