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Por ese andador varios vecinos los vieron caminar con sellos de violencia en brazos y semblantes introvertidos que pretendían ocultar las muestras de castigo que exhibían en rostros, cuellos y cabezas. Tan recurrente era la agresión practicada en contra de siete menores de edad que los golpes recibidos les parecían normales; no lo vivían como víctimas, sino como un habitual sometimiento que se traducía en castigo permanente, narra Elena Cepeda, presidenta del Sistema DIF Morelos.
Pero el caso de los siete niños rescatados a principios de agosto por el DIF Morelos en la colonia Antonio Barona de Cuernavaca no es el más grave. Hay otros en los que una adolescente fue violada desde los ocho años de edad; otra niña de dos años llegó al Hospital del Niño y Adolescente Morelense con una pierna destrozada en tres pedazos y por lo tanto fue sometida a igual número de operaciones.
El organismo gubernamental también documentó el expediente de un hombre sentenciado a 25 años de cárcel por abuso sexual en agravio de un infante. Cepeda de León dice que en la Fiscalía de Investigación Especializada en la Atención de Niñas, Niños y Adolescentes hay más denuncias por el aumento de confianza en la institución.
Infierno infantil
El jueves 6 de agosto algunos vecinos del Andador uno de la calle Galeana, colonia Antonio Barona, recibieron la visita de personal de la Procuraduría de la Defensa del Menor, del DIF, y de elementos de la Policía del Mando Único. Llevaban fotografías de los menores violentados, así como de dos mujeres que presuntamente eran las madres de los infantes.
Las fotografías habían sido enviadas por los propios vecinos que escuchaban gritos y llantos recurrentes en un domicilio donde habitaban por lo menos 15 menores de edad.
Una de las vecinas identificó a los pequeños y a las madres. “Sí había visto maltrato físico en sus cuerpecitos cuando venían aquí. Los niños tenían maltrato físico, golpes en su carita, cuello; en su cabeza se les ven cicatrices, como de maltrato ya de años”, dijo la mujer bajo la condición del anonimato.
En realidad, precisó la presidenta del DIF Morelos, se trató de una denuncia anónima que primero recibieron las autoridades de Cuernavaca, pero nadie actuó.
“Me llegaron fotografías de este chiquito que tiene la espalda toda marcada por cinturonazos y hablamos con el comisionado estatal de Seguridad Pública e intervenimos. Fueron a la casa y encontraron a los pequeños.
“La versión es que hay otra mujer que se fue un día antes con parte de estos niños a Guerrero. Los mismos niños nos han dicho que algunos de sus hermanos y primos se fueron a Guerrero”, dijo Cepeda.
En el domicilio sin número, según los vecinos, habitaban por lo menos cuatro hermanas, todas con hijos, unos 15 por lo menos.
La Antonio Barona, donde rescataron a los siete niños, tiene registros oficiales de violencia. En el Ranking de la violencia en municipios y entidades federativas 2014, se cita que la Barona se encuentra entre las 30 colonias con mayor índice de riesgo social en el estado.
Está colocada en el lugar número 28 con un índice de riesgo de 5.13, considerando que el primer lugar, la colonia Lomas del Carril del municipio de Temixco, tiene 7.17 de riesgo.
De acuerdo con la estrategia estatal para la prevención social de la violencia, elaborada en mayo de 2013, la colonia Barona pertenece también a los polígonos donde hay jóvenes de entre 15 y 24 años de edad que no asisten a la escuela, y en esas zonas también son frecuentes los hogares monoparentales.
Según el Programa Nacional para la Prevención de la Violencia y la Delincuencia, vigente desde febrero de 2013, las autoridades estatales y federales consideraron 43 colonias de los municipios de Cuernavaca, Temixco, Jiutepec y Cuautla, donde habitan 152 mil 573 personas, para diseñar 12 polígonos de intervención mediante programas de carácter social, deportivo y cultural para “Construir en Morelos territorios de paz, a través del empoderamiento de jóvenes, jefas de familia y grupos vulnerables”.
La versión de los testigos
“Los niños eran muy serios, introvertidos y con trabajos contestaban cuando uno les hablaba. Salían de su casa solamente para ir a la tienda.
“En esa casa vivían como cuatro hermanas y cada una tiene como cinco o tres chamaquillos; aquí ya nada más vivían dos y otras dos viven en otro lugar, en la misma colonia.
“Ellas siempre han sido agresivas, han peleado con varios vecinos del lugar, de hecho algunas vecinas se mudaron porque el pleito era de golpearse a botellazos y pedradas.
Unos policías nos trajeron fotos de ellas y querían saber dónde vivían, ni modo que no dijéramos nada. No podemos callar, tenemos que hacer algo, sobre todo por los niños”, dice la vecina que pide el anonimato para evitar problemas con las madres de los niños rescatados.
Cepeda de León dijo que los menores tienen entre dos y 13 años de edad y faltan otros pero ya realizan su búsqueda.
“En el lugar donde fueron rescatados los niños se encontraba una mujer adulta drogada y aseguró que es madre de cuatro de los siete niños encontrados, razón por la que se inició una investigación por parte del Ministerio Público, así que el juez decidirá su situación jurídica”, agregó la presidenta del Sistema DIF Morelos.
—¿Cómo encontraron a los niños?
—Tienen lesiones, marcas de golpes, quemaduras, cortadas en sus brazos, piernas. Todavía no logramos que nos digan qué pasó. Ellos dicen que sus mamás los castigaba porque se portaban mal; no lo sienten como una cosa de agresión. No lo viven como víctimas, sino que les parece normal que los castiguen.
Ellos dicen ‘mi mamá es buena, me castigaba porque me portaba mal, me cortaba con un cúter o me pegaba con el cinturón o me quemaba con un cigarro o con la plancha’, pero ellos no ven a la madre como agresora”, contó Elena Cepeda.
—¿Qué se sabe de la mamá?
—Está en un proceso de investigación. Tiene un problema clínico por el nivel de maltrato de sus hijos. Tiene problemas de adicción, pero hasta ahora no sabemos nada más; sabemos que las dos señoras son de Guerrero.
Tratamiento en el albergue
Los niños rescatados fueron llevados al Hospital del Niño para practicarles estudios y radiografías y evaluar la gravedad de sus lesiones. Posteriormente fueron trasladados al albergue del DIF donde hasta ahora son atendidos por sicólogos especializados.
En otros casos el abuso o maltrato infantil es detectado en el Hospital del Niño cuando los pequeños son llevados para su atención médica. Antes algunos menores llegaban al Ministerio Público para denunciar abusos, por ejemplo, violación, y tardaban hasta cinco horas sin ser atendidos, entonces el Sistema DIF propuso la creación de la Fiscalía Especializada y se constituyó como la primera en el país, explica Cepeda de León.
Su funcionamiento llamó la atención de la esposa del gobernador de Oaxaca, Mané Sánchez Cámara de Cué, quien acudió a Morelos para analizar la posibilidad de crear una fiscalía similar en aquella entidad.
Con la Fiscalía también fueron capacitados los agentes ministeriales, así como los médicos del Hospital del Niño para detectar signos de abuso o maltrato en los menores que llegan lesionados por supuestos accidentes.
“A veces hay niños que se caen dos, tres veces, o se queman. Esta Fiscalía la hicimos en el hospital porque ahí llegan los niños, a veces con el agresor. Cuando llegan con el Ministerio Público se determina si hay necesidad de hacer una declaración o prueba y entonces pasan con el médico legista y ya no regresan con el agresor, sino a urgencias. Así se evita la doble victimización”.
Cuando el Ministerio Público determina que ese niño debe ser albergado, entonces es enviado al Centro de Atención Social para Adolescentes (CASA), y en caso de que se encuentre a un familiar cercano que se haga cargo del niño, pues ya no entra, y eso evita una serie de trámites burocráticos.
Antes de ser CASA, este albergue fue conocido como Centro de Atención al Menor (CAM), pero el gobierno estatal invirtió 70 millones de pesos para su conversión a CASA y salvaguardar a menores de 14 a 17 años 11 meses relacionados en una carpeta investigación por ser víctimas de maltrato o algún delito cometido en su contra.
La diferencia de este centro es que tiene una clínica, médico, enfermeras y un área de aislados porque a veces llegan con hepatitis o sarampión y la mayoría no tiene las vacunas, por eso hay que tenerlos aparte. Hay dentistas, sicólogos y siquiatras, dice.
En este sitio se les da alojamiento, atención sicológica, educación por medio de la escuela Nueva Visión, además de vestimenta y alimentación, con lo que se crea un ambiente familiar para que el menor pueda desarrollarse armónicamente revalorando su autoestima, afirma Cepeda de León.
jram