Más Información
estados@eluniversal.com.mx
Las personas buenas “no se pueden acabar” y Nadia Vera, asesinada junto con el fotógrafo Rubén Espinosa y tres mujeres más el pasado fin de semana, era “una hermosa niña que nos mataron”, dijo su padre Efrén Vera, minutos después de que el féretro era cubierto con paletadas de tierra de color ocre.
Las exequias de Nadia se prolongaron hasta el miércoles al medio día, debido a que sus padres esperaban el arribo de Chanty, el hermano de la víctima que vive en Europa, donde se dedica a la actividad cultural.
Antes de que el féretro partiera de la funeraria donde se veló el cuerpo de Nadia desde el domingo por la noche, Chanty exaltó el trabajo de la promotora cultural, mientras que amigos de la joven leyeron poemas en un salón envuelto en una nube de incienso.
Mirtha Pérez tomó un cuadro con la foto de Nadia y se colocó atrás de la camioneta que transportaba el cuerpo de su hija para caminar por las calles del centro de este poblado, donde hace tres años participó en las manifestaciones del #Yosoy132.
Cuando los familiares, amigos y conocidos de Nadia se aproximaban a la avenida Rosario Castellanos, corearon: “Nadia Vera vive y vive, la lucha sigue y sigue”, “Porque el color de la sangre no se olvida, los masacrados serán vengados”, “Lucha lucha, no dejes de luchar por un México nuevo que nos da la paz” y otras, que llamaron la atención de las personas que salían de sus negocios y casas para ver el paso del cortejo.
Un líder social que caminaba al lado de la madre de la activista, lamentó la situación que impera en México y se preguntó: “¿Cuándo irá a terminar todo esto que estamos viviendo”.
Un maestro universitario que viajó desde San Cristóbal de las Casas aseguró que el multihomicidio de la colonia Narvarte, “se ha convertido en otro Ayotzinapa”.
Una hora después de que el cuerpo dejó la funeraria, llegó al panteón, donde sus hermanos y primos maniobraron durante varios minutos en un estrecho tramo de un metro y medio, para bajar el féretro hasta la tumba donde yacen sus abuelos.
Y como dicta la costumbre de estos pueblos, fueron colocados sobre el féretro, algunas prendas de vestir y zapatos que usó Nadia y que sus familiares guardaron en un costal de rafia de color rojo de un ingenio azucarero de Guatemala.
En esos momentos, sobre el cielo azul y un sol quemante, sobrevolaron dos halcones que tomaron hacia el oriente y minutos después se perdieron en el horizonte.
Un cantante rompió el silencio al entonar: “Hermoso cariño, hermoso cariño/ Que Dios me ha dado/ ha ser destinado/ nomás para mí” y fue cuando amigos y familiares de Nadia empezaron a llorar; faltaría también “De niña a mujer”, “Motivos” y otras canciones de Vicente Fernández, que emeocionaron a los asistentes.
Entre el tumulto, Efrén Vera, apoyado de un bastón, se acercó a la tumba para decir que el sacrificio de su hija fue un designio del Señor y la familia tampoco podía enfrentar a los criminales que le dieron muerte al fotógrafo Rubén Espinosa, a su hija y tres mujeres más, en un departamento de la colonia Narvarte, en la ciudad de México.
Agregó que el sacrificio de Nadia, de las otras tres jóvenes y el periodista, será “un parteaguas para que la gente cambie” y pueda existir conciencia de que hay gente “que puede morir por sus ideales”.
“Estoy consciente y puedo decir vehementemente: Gracias a Dios, mi hija va ser un bastión para cambiar un poco el mundo”, agregó Efrén Vera.
Nadia era una “hermosa niña, que simplemente nos la mataron. Va pasar mucho tiempo para que se pueda cerrar esta herida. Esto va valer mucho y va crecer”.
Y también citó una frase del Che Guevara que Nadia usaba en algunas de las movilizaciones que encabezó por el estado de Veracruz: “Seamos realistas. Hagamos lo imposible”.
Efrén se sentó en una tumba cercana, donde lloró al lado de dos mujeres, mientas eran colocadas arreglos de rosas rojas y blancas, en el lugar donde yace ahora la joven que murió a los 32 años de edad.
Por su parte, la activista Concepción Avendaño pidió frenar la violencia en México, para que esta no llegue al sur del país.
“Nadia vive”, “Que viva Nadia”, volvieron a corear los amigos de la promotora cultural que en sus últimos días organizaba un festival de video que se presentaría en la ciudad de Xalapa, en días pasados.
En una pancarta que se mostró en el cortejo fúnebre se leía: “Mi país es un campo de amapolas, regado con la púrpura sabia de los jóvenes”, un verso de un poema que la madre de Nadia, Mirtha Pérez había escrito hace un par de años.