Doblemente víctima, Silvia Campos Nazario, una jornalera agrícola de 21 años de edad, expulsada por la miseria de su natal Izúcar de Matamoros, Puebla, encontró un infierno en Empalme, donde la Subprocuraduría de la Defensa del Menor del DIF Sonora le quitó a su bebé de cinco meses en este municipio y se lo entregó a una pareja.

A mediados de junio llegó al ejido Santa María “La Atravesada” para la cosecha de uva con sus dos hijos: una niña de nombre Dayana, de dos años de edad y su bebé Ángel Jesús, de cuatro meses. Relató que apenas empezó a trabajar en el campo 11, cuando su hijo se le deshidrató por las condiciones del viaje y el calor.

En esas fechas el termómetro superó los 40 grados centígrados. Silvia llevó a su hijo a los Servicios Médicos del Estado de Sonora (Semeson) de Guaymas, donde estuvo internado semana y media.

La joven poblana se vio en la encrucijada de trabajar para darle de comer a su otra hija —a quien no le permitían que la tuviera en el interior del sanatorio— o quedarse en forma permanente cuidando a su bebé.

Por necesidad tuvo que trasladarse a la zona rural a cortar uvas y cubrir jornadas intensas de sol a sol, sin oportunidad de ir una semana al hospital.

Cuando regresó para ver a su hijo, ya no estaba, ya que la Subprocuraduría de la Defensa del Menor del DIF Sonora, con sede en Empalme, se lo había entregado en resguardo a una pareja.

Han pasado casi dos meses y Silvia no desfallece de su lucha por recuperar a su hijo, producto de una breve relación “tormentosa”, en la cual, su ex pareja la golpeaba aun estando embarazada, recuerda.

A pesar de que el pequeño estaba internado en un hospital del municipio de Guaymas, la responsable del DIF de Empalme, María del Rosario León Bobadilla, se hizo cargo del menor.

“La licenciada lo dio en adopción y lo sacó del hospital sin mi consentimiento, a mí no me entregaron ni siquiera un papel que diga que mi hijo estuvo internado ahí.

“He pedido que me lo regrese y me dijo que ya se lo dio a una pareja que sí lo va a cuidar, ya que yo no tengo dinero; además me amenazó de que si digo algo me va a quitar a mi hija también”, relató la joven jornalera.

Silvia tiene la apariencia física de una menor de 14 años de edad, con un rostro dulce, pero su carácter es fuerte y se puso de manifiesto cuando discutió con el personal del hospital para reclamar a su bebé.

“Luego dijeron que yo era una borracha y una drogadicta. Al principio era el pretexto para no entregármelo, luego me acusaron de haberlo abandonado, cuando yo sólo me fui a trabajar”, dijo.

“Yo no sé hasta donde voy a llegar, pero quiero a mi hijo”, expresó angustiada, aunque con la esperanza de que conseguirá que le regresen a su bebé.

jram

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