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Belisario Domínguez.— Hace más de 40 años, tras la muerte de su esposa, el dueño de fincas, Andrés Pérez, regaló sus tierras a un grupo de indígenas tzotziles, que llegó de Bochil, con la condición de que crearan una colonia llamada Flor de Chiapas.

Hoy esa comunidad es uno de los cuatro ejidos de Belisario Domínguez, el municipio 122 del estado, creado en 2011, y que se encuentra asentado en territorio de Los Chimalapas, cuya propiedad reclaman los oaxaqueños.

A cuatro años de la creación del ayuntamiento, sus habitantes viven en indefinición territorial y de identidad, ya que nacieron cuando esa fracción de tierra se encontraba dentro del municipio de Cintalapa —también en Chiapas— pero ahora son vecinos del lugar que los vio nacer. Incluso la mayoría aún conserva su antigua credencial de elector y el nuevo ayuntamiento no aparece en los mapas.

“Somos de aquí de Belisario Domínguez, pero nuestras credenciales de elector son de Cintalapa”, dice el comisariado ejidal Ángel López Sánchez.

Aunque la rivalidad para acreditar la propiedad de la tierra tiene casi medio siglo, el 19 de julio, durante la jornada electoral, se incrementó la tensión cuando un grupo de zoques de Oaxaca llegó a la cabecera municipal a quemar la alcaldía, la clínica, una ambulancia y la paquetería oficial.

El argumento era que el territorio está en litigio; se llevaron a un funcionario electoral y a un ciudadano, a quienes retuvieron durante tres días. Por esto se cancelaron las elecciones para elegir al presidente municipal, que por ley deberá rendir protesta en octubre.

Sin embargo, a un mes del conflicto, las autoridades no han podido convocar a elecciones extraordinarias y el futuro de este proceso electoral es incierto, admiten habitantes de la zona.

En la cabecera municipal de Belisario Domínguez aún se puede observar el hollín en las paredes de la clínica, la alcaldía, así como sillas, papeles y otros objetos que fueron destruidos en los corredores de los edificios.

La placa develada en noviembre de 2012 por la visita del presidente Felipe Calderón y que lleva su nombre, así como la del gobernador de ese entonces Juan Sabines y del alcalde Oel León Reyes, que en octubre concluye su mandato, no se salvó de la hoguera.

Los lugareños cuentan que se domingo 19 de julio, Los Chimas, como le dicen a los oaxaqueños de la zona, se esparcieron por varios puntos, desde la clínica y la alcaldía donde se había instalado la casilla, y los funcionarios no tuvieron tiempo de reaccionar ya que les arrebataron la papelería, que quedó reducida a cenizas en minutos.

Desde que los zoques llegaron a estas tierras sus habitantes están temerosos; han tomado precauciones como instalar barricadas con costales de arena en puntos de la montaña de tierra colorada ante una eventual incursión para evitar que se realice el proceso electoral extraordinario para elegir alcalde.

Para el comisariado ejidal Ángel López Sánchez, detrás del litigio se encuentra “el interés” de los zoques oaxaqueños que desean aprovechar las maderas preciosas de la selva, “que nosotros ya no cortamos porque hemos empezado a cuidar los árboles”.

Sin embargo, los zoques esgrimen el mismo argumento, aunado a que reclaman como oaxaqueña esa tierra, por lo que en 2012 interpusieron una controversia constitucional ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) para exigir que les reconozcan 164 mil hectáreas del territorio.

El conflicto. Cuando ya se marchaban los oaxaqueños el domingo de las elecciones, algunos “interceptaron” a un funcionario del Instituto Nacional Electoral (INE) y un habitante de la localidad que trasladaron hasta Santa María Chimalapa, donde permanecieron hasta el 22 de julio.

López Sánchez está seguro que el 1 de octubre habrá presidente municipal emanado de un proceso electoral o, en su defecto, que se establezca un concejo municipal emanado por una disposición del Congreso local, pero de “que va haber alcalde, va haber”.

Cuatro años después de que los diputados de la LXIX Legislatura votaron para crear este municipio, al aprobar la Tercera Reforma de la Constitución local, Belisario Domínguez no existe para el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), ni para la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), que no tiene diagnósticos de las condiciones en que viven en este lugar.

Los problemas surgieron para los habitantes tres meses después de que festejaban la decisión del Congreso local, ya que los zoques de San Miguel y Santa María Chimalapa interpusieron ante la SCJN dos recursos contra el decreto para crear el municipio, que —insisten— es propiedad de Oaxaca.

Además, una comisión de habitantes de Los Chimalapas viajó a la ciudad de México para solicitar a la Suprema Corte que se revoque el acuerdo y fueran admitidas las dos controversias para su análisis y resolución, de los días 18 y 19 de enero de 2012.

Para los oaxaqueños, los recursos de reclamación no son más que una forma de manifestar su molestia y defender el territorio y la selva de Los Chimalapas, disputa territorial que no ha sido resuelta en más de 50 años.

Por su parte, el gobierno de Oaxaca interpuso también un recurso contra la creación del municipio de Belisario Domínguez, pero la SCJN determinó que el Senado sería la instancia para resolver los límites territoriales, donde el caso está en la “congeladora”.

El comisariado ejidal del ayuntamiento admite que a tres años de que los oaxaqueños interpusieron el recurso, el caso sigue sin definirse y a la fecha hay varios amparos a favor de Los Chimas para evitar que los chiapanecos se constituyan como municipio. “El decreto 008 está bien reglamentado, pero los oaxaqueños quieren bajarlo. Este territorio de Belisario Domínguez está en Chiapas”, sostiene López Sánchez.

Hace unas semanas se estableció un agrupamiento de la Policía Estatal Preventiva (PEP), incluso llegaron al poblado agentes de inteligencia militar del cuartel de Nuevo Chiapas, para hablar con las autoridades ejidales y conocer el problema. “Si hay necesidad vamos a ir a pedir ayuda con los soldados”, dice la autoridad ejidal.

Rosenda Hernández Núñez, de 74 años, quien llegó del municipio de Bochil, en 1976, a la finca de Andrés Pérez para vivir en lo que hoy es el ejido Flor de Chiapas, se topó a Los Chimas ese 19 de julio cuando iba hacia la cabecera municipal y los encaró: “Si me van a matar, denme un balazo para que no sufra”, pero uno de los hombres respondió: “Nosotros no vinimos a matar. Después vamos a venir por ustedes”.

“Ese día nos espantamos mucho porque nos decían que iban a quemar nuestras casas, pero aquí en Flor de Chiapas no llegaron”, dice.

En una asamblea comunitaria, los zoques nombraron a dos portavoces ante el gobierno de Chiapas para que “no vuelva a convocar a elecciones de presidente municipal del supuesto municipio de Belisario Domínguez”.

Los comuneros de Santa María piden al gobierno de Oaxaca desaloje a los “invasores” de Belisario Domínguez y busque responsabilidad al gobierno de Chiapas.

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