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¿Quién se imaginaría que uno de los mayores placeres de la vida se encontraría justo en la botica del pueblo? Los habitantes de Tlalpujahua, Michoacán, antiguo pueblo minero, tienen en su haber, un elixir para su paladar y de paso, la cura para cualquier malestar estomacal.
Entre el placer y la cura, dos elementos que se concilian en un digestivo sabor a anís, que podría competir con cualquiera a nivel mundial. La salud de los mineros fue la razón para que don Rogelio Mercado Martínez creara el liser.
Un elixir perfecto que compensara las dobles jornadas de los mineros que durante décadas protagonizaron el esplendor económico del lugar.
Con su fórmula secreta, hasta hoy, sólo revelada a su sobrina Esperanza, don Rogelio creó el elixir, que además daba valor a los mineros para resistir los riesgos de su oficio, así como aliviar cualquier mal estomacal y de paso, del alma.
Fue hace cerca de 70 años cuando don Rogelio, que trabajaba en la Farmacia de Jesús desde los 18 años, recibía varias visitas de mineros con un malestar común: dolor estomacal; se le ocurrió entonces, crear este digestivo que primero llamó elixir, pero los mineros y los habitantes lo bautizaron como “liser” porque era más fácil de pronunciar, y así se quedó.
Sólo en la botica del pueblo. “Cómo yo crecí en este ambiente, para mí era como normal, yo nunca creí que se viera como una bebida de otro lado, era normal oír que la gente va a la farmacia y pide un liser, que de repente se llevaba sus garrafoncitos”, señala Gabriela Marín, directora de Turismo de Tlalpujahua.
“Hasta ahora me doy cuenta de esos tesoros que guardan los pueblos, el liser para mí es eso, un tesoro que se guarda y que a lo mejor para los tlalpujahuenses es algo normal, pero la gente cuando lo visita (a don Rogelio) y escucha la historia, se les hace increíble”.
Para los visitantes suena muy raro que uno de los mayores placeres de la vida se encuentre justo y sólo en la botica del pueblo; aunque para sus habitantes, es lo más común, María Esperanza de la Salud Martínez Mercado explicó que este digestivo se vende en una farmacia porque su tío, don Rogelio, que estudió la farmacopea, es el dueño de la fórmula.
Pero “ahora que él esta un poco enfermo, soy yo la que está como auxiliar de responsable y es a la única persona que le ha dado la fórmula”, sentencia orgullosa ante la mirada de resignación de su hermana, “incluso, ella me espera a mí mientras yo me meto a trabajar”.
Dentro de la farmacopea de los elixires, es digestivo, sirve para cuando comen algo pesado, para quitar el dolor, sirve hasta para cólicos; aquí está la prueba de que el alcohol puede ser muy bueno, “tanto untado como por dentro”, sonríe Esperanza.
Está hecho con agua, alcohol, azúcar, anís y algunas otras infusiones que se hacen para que esa fórmula sirva como digestivo, lleva ya otros preparados de hierbas, detalla la sobrina del creador, quien todos los días pasa al menos tres horas encerrada en el laboratorio para crear la fórmula heredada por don Rogelio.
A la semana, prepara 60 litros de liser, pero en temporada invernal llega a elaborar hasta 80 litros.
Así, a sólo 138 kilómetros de la capital mexicana, se encuentra Tlalpujahua, pueblo enclavado en las montañas que atrapa con los secretos que guardan sus calles y minas.
Sus calles empedradas están enmarcadas por comercios donde se venden todo tipo de artesanías. Pero el frío no es un problema para los habitantes del pueblo, basta un vasito de liser, que sólo cuesta seis pesos, mientras que el litro, 80 pesos.
“Creo que todo se da por algo, esta bebida contiene una serie de hierbas que se utilizan para los males del estómago: el anís, la menta, la hierbabuena y muchas cosas que nunca vamos a saber bien, ese secreto que se irá a la tumba, que esperemos que por muchos años siga, pero todo esto es en una farmacia, para los remedios de la gente que padece los males estomacales”, añadió la actual guardiana de la receta.