Tijuana.— Claudia Casas es una mujer alta y despampanante, de cabello negro, intenso, lacio, que llega hasta su cintura, y sus ojos grandotes. Sus manos delicadas contrastan con las armas cortas y los cuernos de chivo que sostiene cuando ha actuado en las llamadas narcopelículas.

Ella ha dicho que sólo son filmes de “acción”, como los que hacen los actores famosos de Hollywood, ya que es comunicóloga. Y aunque recientemente no ha estrenado alguna película, saltó a la fama en “videohomes” como El corrido de Chuy y Mauricio y Chrysler 300.

Está casada con el actor y empresario Óscar López, uno de los productores de las “videohomes” más exitosos en México, películas que van directo del rodaje a la distribución en DVD y popularizan los hermanos Almada. El tema central de estas películas son los enfrentamientos entre narcotraficantes, la recreación de narcocorridos o la vida de algún sicario famoso.

Claudia Casas es candidata a diputada federal por el Partido Encuentro Social (PES) en Baja California. Dice que se siente feliz, emocionada y sorprendida de la respuesta de la gente, que la ha recibido con los brazos abiertos y le expresaron que la van a apoyar para que triunfe sobre sus contrincantes de otros partidos.

La también ex conductora de televisión fue candidata en las elecciones locales de 2013, cuando obtuvo el triunfo por el partido Movimiento Ciudadano. Sin embargo, ante un tribunal perdió la diputación por presuntas irregularidades.

En ese entonces dijo a EL UNIVERSAL que su triunfo era bien merecido, que nunca había cruzado una palabra con algún narcotraficante y que no hacía cine narco, sino películas mexicanas. “A mí llegan y me dicen: ‘Mira, este es el papel”, y ya decide si lo acepta.

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