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christian.leon@eluniversal.com.mx
Para muchos espectadores, la nueva serie de Netflix protagonizada por Kate del Castillo era una de las producciones que más esperaban. Pero ahora, a través de las redes sociales, muchos de ellos han manifestado que más que Ingobernable, la serie producida por Epigmenio Ibarra es “incoherente”, “inconexa” y a veces hasta “irreal”.
Todo indica que tener dos equipos de producción trabajando al mismo tiempo: uno en la Ciudad de México y otro en San Diego, hizo que los errores brincaran en esta serie de 15 capítulos, desde el principio hasta el final.
Tan sólo en el primer capítulo se pueden notar errores de continuidad: la primera dama cambia en un segundo de falda negra a vestido azul, por ejemplo. Es más, hasta el rostro de la actriz que dobló a Kate del Castillo en México sale en primer plano.
La historia se grabó en los dos países debido a que Del Castillo decidió no pisar México, luego de que fuera requerida por las autoridades mexicanas.
Así, con la grabación de ella allá y los demás acá, pasan cosas inexplicables, como el constante cambio del cabello, el cual se acorta o se alarga, se oscurece o aclara en pocos segundos.
También hay objetos que aparecen mágicamente, como la pistola con la que Emilia Urquiza (Del Castillo) elude a sus perseguidores en El Gran Hotel de México.
Los espectadores tampoco se explican errores como el del Palacio de Gobierno, que en un momento es la oficina del presidente (con emblema nacional en la fachada) y al siguiente se convierte en una escuela preparatoria con escudo incluido.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Kate aseguró que ni ella misma se había dado cuenta dónde aparecía su doble, pero sí lo notó el espectador. Hacia el final del primer capítulo, en el que Emilia, tras disparar a su atacante, sale del hotel, se ve a Kate en el interior pero en la calle el rostro que aparece es de la doble (Débora Combo).
A esto se le suman errores menos obvios pero que rompen con el universo de la historia, como cuando por momentos se ve a los protagonistas caminar por las calles de Centro Histórico y al otro instante se ven calles estadounidenses, con autobuses y hasta con señales de tránsito en inglés.