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cristina.pineda@eluniversal.com.mx
El mundo real es tan perturbador, caótico y extraño que el desafío para los creadores de la serie Black Mirror es mantenerse un paso adelante de una manera creativa. Así lo considera Charlie Brooker, su creador, quien pasó parte de su vida escribiendo en Reino Unido sobre videojuegos.
Aunque se basan en la tecnología, nunca la han considerado como la villana. “Siempre se trata de fallos humanos, de su suciedad y de que, básicamente, la tecnología ha ayudado a facilitar. Es más como ‘qué pasaría si’; es una idea que con frecuencia suele ser algo que me hace reír inicialmente y luego se vuelve fuerte.
“Principalmente tenemos la esperanza de entretener y hay un cierto escalofrío que utilizamos para que la audiencia vea programas particularmente inquietantes y desafiantes, que creo son los que estamos tratando de evocar. No estamos tratando de dar un mensaje en los cerebros de las personas porque un episodio a menudo no toma una postura o sentimos que no lo hace”, argumentó Brooker.
A lo que después agregó como una broma: “Deberíamos registrar patentes de la mitad de estas tecnologías”.
La productora Annabel Jones reconoce que para que la trama funcione, debe ser creíble a los ojos del público como si fuera una historia propia, una tecnología que alimente las ideas y que se sienta que será parte de un futuro que muchas veces puede convertirse en algo terrorífico.
En su tercera temporada los contenidos son más ambiciosos y reflejan acontecimientos humanos con géneros e historias variadas como una policial o militar, pasando por el suspenso, terror, jugueteo y hasta el romance. Ni Brooker ni Jones hacen algún tipo de investigación antes de sentarse a escribir y dialogar sobre las temáticas, simplemente se enteran de las cosas como cualquier otra persona lo hace.
“Estamos tratando de dramatizar preocupaciones muy actuales, creo que hay un montón en nuestro clima actual y con el avance tecnológico en las últimas décadas, creo que estamos en una especie de lugar que se siente muy nuevo y ajeno; estamos evolucionando como especie y no sé cómo o cuáles son las ramificaciones. Por eso muchas de las historias tienen una clase general de malestar que no hemos explorado”, contó Annabel.
Sin embargo, ambos afirman que hay destellos de esperanza, en gran parte por la variedad de tonos de esta temporada comparados con los que habían producido antes.
“Cada episodio es una historia independiente con diferentes personajes, mundo diferente, a menudo diferentes realidades y diferentes directores”:
Novedad. Desde que el show emigró del canal británico Channel 4 a Netflix, que adquirió los derechos exclusivos, hubo una mayor apertura, libertad para los escritores y el mundo pudo conocer la propuesta de ciencia ficción creada por Brooker. Ahora los contenidos son globales y por tanto la serie es comentada en todo el mundo. En redes sociales medios especializados y fanáticos le han dado el visto bueno a las nuevas seis historias en la plataforma de streaming.
“Black Mirror es una joya. ‘Caída en picado’, la metáfora perfecta sobre la mordaza de lo políticamente correcto en la red”, escribió en su Twitter el escritor Javier Pérez Campos. Daniel Krauze, también opinó en sus redes: “Llevo tres capítulos de las primeras temporadas de Black Mirror y todos son obritas maestras. ‘Be Right Back’ en particular es estremecedor”.
Los creadores saben que estas cosas pasan y agradecen los comentarios, pues los han ayudado a que más personas conozcan sobre su trabajo.
“La gente nos ha brindado comentarios este año que son como publicidad gratuita para nuestra serie. Todo el mundo ha estado comentando cada cinco minutos. La situación es que nos estamos encontrando nosotros mismos en el mundo y hay algo que nos ha hecho pensar que deberíamos ir más lejos; es decir, creo que el reto ha sido mantenerse un paso por delante de la realidad”, expresó Charlie Brooker.
Aunque Netflix suele reservarse los datos sobre las audiencias, cuando el programa se estrenó en 2011 en Inglaterra, alcanzó durante su primer episodio una audiencia de 1.9 millones de televidentes mientras que en su segunda temporada bajó a 1.6 millones.