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Mientras Gordon Ramsay, Buddy Valastro y Anthony Bourdain disfrutan de hacer millones de dólares gracias a la exposición en diversos programas de televisión sobre comida, los chefs mexicanos Adrián Herrera Díaz, Benito Molina Dubost, Betty Vázquez aseguran que no les interesa la fama.

Ellos son los ingredientes principales de MasterChef, reality con el que TV Azteca ha logrado tener más audiencia que Televisa en el horario estelar de los domingos en la noche.

Primero desbancó a Parodiando (reality con Facundo e Isarael Jaitovich). Luego venció a La Voz... México, uno de los formatos que mejor rendimientos había dado. Ahora, MasterChef regresa para una nueva temporada para la cual Televisa ya no opuso algún formato similar para competir. La primera temporada terminó con 17 puntos de rating, mientras que Parodiando alcanzó los 12 en promedio. La edición Junior del reality de cocina subió hasta los 20 puntos y su competencia rondó los 13.

Para los tres chefs que fungen como jueces, este éxito los ha hecho más conocidos, sin embargo, toda esa atención no les es grata, ya que, aseguran, su lugar está en el fogón.

“Lo más duro son los aeropuertos, muchas personas quieren tomarse foto contigo; peor cuando son convenciones o reuniones grandes... son filas y filas de personas que quieren posar contigo”, dice Benito Molina, quien es uno de los jueces de MasterChef.

Además los tres reconocen que no es que ahora sean populares y famosos o que sus negocios estén teniendo una afluencia nunca antes vista.

La versión mexicana del programa originario de Reino Unido estrena su segunda temporada (en el formato para adultos) este domingo a las 20:30 horas por Azteca Trece y de nuevo contará con los chefs que, dicen, vienen un poco blandos luego de su experiencia con MasterChef Junior.

“Los niños te hacen ser más tolerante y te devuelven la idea de que los concursantes no son expertos”, agrega Molina. A pesar de ello, saben que tienen que mantener una imagen.

“Nosotros llevamos muchos años en la cocina, nuestro trabajo es calificar al platillo, no al concursante. Creo que las personas creen en nosotros porque no somos un personaje, en la pantalla somos igual que en la vida real y eso les gusta”, comentó Betty Vázquez.

Variedad. La edición de este año no se grabó en México sino en Colombia, país que recibe a todas las producciones latinas de la franquicia. Actualmente hay más de una decena de programas de MasterChef alrededor del mundo. Albania, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, España, Paraguay, Ecuador, Francia, Portugal, Marruecos, son algunos.

“Lo único malo de grabar en Colombia es que terminas extrañando unos buenos tacos al pastor o simplemente unos buenos tacos”, agrega Molina.

“Este año creo que muchos están preocupados por salir en la televisión más que cocinar y ese es nuestro trabajo, también, regresarlos a lo que realmente importa, que es la cocina y los platillos”, comentó Adrián Herrera.

Hay varios canales de paga que dedican la mayoría (si no es que la totalidad) de su programación a la cocina. Este año Sony presentó Top Chef en su versión mexicana y fue la producción más exitosa para América Latina.

Para Betty Vázquez hay una razón por la que las personas acuden a estos programas. “Ya no hay abuelitas o mamás que cocinen y creo que esa nostalgia de la buena comida nos hace sentarnos a ver este tipo de programas. Además de que cada uno de ellos, y más en el caso de MasterChef México se logró juntar a la familia a un horario para compartir un contenido, algo que ya no sucedía”, dijo Vázquez.

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