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janet.merida@eluniversal.com.mx
Son casi las cinco y media. Siete perros (la mayoría bóxer) se pasean por la casa y dos niños pequeños juegan en la sala. Huele a comida, el silencio se rompepoco después, con los tacones cautos de Lolita Ayala, quien aparece vestida de azul en el interior de la casa.
Acaba de regresar de Televisa, como todos los días, sólo que hoy viene un poco cansada porque sus nietos durmieron con ella y entre giros y patadas nocturnas sólo pegó el ojo cuatro horas. De no ser por ese caminar pausado, por su forma de sentarse y colocarse ante la cámara (cuidando la espalda y un lado del rostro) parecería que no hay secuelas del accidente que casi la mata el 14 de agosto, hace justo un año, como ella misma cayó en cuenta al inicio de la entrevista.
Es una fecha importante porque después de este viernes, la vida y la rutina darán un giro radical. El viernes se transmitirá por última vez El Noticiero con Lolita Ayala.
“Siempre he estado consciente de que se tenía que acabar un día porque nada es para siempre, ni la vida, todo se acaba. Jacobo (Zabludovsky) tenía un buen dicho: siempre hay que tener tus maletas hechas, preparadas para cuando ese día llegue y yo me he preparado muchísimos años diciendo que si esto se va a acabar, se va a acabar. Claro, cuando te dicen sientes feo”.
Fueron 29 años de dar las noticias todos los días, más los otros en los que ya había hecho televisión y que suman 45, casi una mitad de siglo. Recuerda perfectamente que cuando llegó a Televisa conoció primero a Luis Spota, con quien hizo un programa de entrevistas, luego a Paco Malgesto, que hacía programas de concursos y, por supuesto, a Jacobo, a quien llama “máster”.
“Un amigo me decía: es que, mira, no es que tú seas parte de Televisa, lo que pasa es que Televisa es parte de ti. Y es cierto, 45 años, prácticamente muchísimos años de mi vida y pues la costumbre tú sabes que se arraiga y quizá los primeros días (sin el noticiero) diga: ay, qué rico, pero yo sé que lo voy a extrañar muchísimo y buscaré actividades dentro y fuera de Televisa”.
Lolita trae a la memoria el primer día de transmisiones de lo que hoy es su noticiero, la incertidumbre de si duraría o no. Pero funcionó y hasta ahora casi 7 mil 500 rosas han estado sobre su escritorio como una especie de guiño.
“Se decía que las mujeres no teníamos credibilidad, que éramos muy buenas para ser las sustitutas, la acompañante, pero no la cabeza del noticiero y pues esto se pensó hasta el 87 que me dieron ya a mí un noticiero propio de una hora —a las 20:00 horas— que empezó llamándose Muchas noticias, en Canal 9”.
Esta última semana, Lolita seguirá la misma rutina de los 30 años: levantarse a las 8:30 am, salir a las 9:00 a caminar por una hora, volver a casa y 10 minutos antes de las 11:00 partir a Televisa.
“Cuando las personas dejan de tener actividad y se despiertan en la mañana y se preguntan ¿ahora qué voy a hacer? en ese momento empieza la caída, el envejecimiento; siempre hay que tener un motivo para levantarse, un motivo para estar contentos y preocupados y no el horror de decir: ‘hoy no tengo nada que hacer’, no, hay que buscarse actividades, lo que sea, ejercicio música, clases. Yo tengo muchas ocupaciones con Sólo por ayudar (su fundación) y también tendré en Televisa”.
Lolita dice que sus hijos están felices por este cambio, creen que es hora de que viaje y “se rasque la pancita”.
“Estoy en pausa, sigo en Televisa, trabajando para Televisa, pero estamos analizando proyectos y pues ahorita con los demás cambios el mío puede esperar una semana o un mes”.
A un año del accidente en el helicóptero, dice, no ha tenido que estar arriba de nuevo. “Gracias a Dios no me lo han ofrecido, no he tenido que subirme a uno, no sé qué voy a sentir, pero espero poder hacerlo”.