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cristina.pineda@eluniversal.com.mx
Convertirse en una de las cartas fuertes de TV Azteca no ha sido suerte para Raquel Bigorra, sino el resultado de un trabajo de 20 años, seis de ellos en la empresa del Ajusco.
Bigorra se abre espacio dentro de la llamada reinvención ejecutada por el director Benjamín Salinas.
“Siempre sigues picando piedra. Salimos a comer y Benjamín me dijo que tenía un programa para mí, que si quería seguir en esta nueva etapa; me han tocado en Tv Azteca seis años y cambios de administraciones.
“Me dio la confianza y eso lo agradezco porque como artista te pueden llegar a ver como un producto o un número, pero tengo sentimientos y necesito elementos para salir contenta a trabajar”, expresó.
Por eso está emocionada de que la contemplen, sobre todo “un jefe joven con ideas nuevas que nada tiene que ver con lo mecánico”. Raquel dice adaptarse a todo porque al final sus jefes son los que toman decisiones.
“Es un chavo con sangre joven que trae ideas frescas y quiere innovar, si veníamos de un tiempo de estar un poco cuadrados y decir ‘esto no se puede’, él tiene la revolución en su cabeza de decir ‘no, ¿por qué lo vas a hacer así? ¿porque así lo hacían?, hazlo como quieras’. Eso es padrísimo porque es contagiarse la cabeza de lo que trae el nuevo jefe”, dijo.
En su experiencia aprendió de los consejos de amigos de mayor edad como Jorge Coque Muñiz, Talina Fernández o Chabelo. Sabe que el trabajo en equipo es importante.
“Hace muchos años un productor me dijo que me quería poner bubbies, le dije ‘no muchas gracias porque esto es lo que hay’. Yo tengo muy claro qué cosa es lo que doy y soy, pero he aprendido a tener flexibilidad para ir en el mismo rumbo que la cabeza”.
Por cerca de cuatro meses ha ensayado en los foros, con y sin público, para estar lista y segura en el estreno de Las tardes con la Bigorra, que se transmitirá de lunes a viernes a las 16:00 horas desde el 25 de julio por Azteca 13. Se ha involucrado con el equipo de producción en juntas para pulir todo: desde lo que se dice hasta el vestuario, por lo que invitó a EL UNIVERSAL a sus pruebas.
Cambios. La cubana acepta que la televisión viene de un momento en donde había más talk show y drama, por lo que es un contenido rítmico, variado y diferente que espera relaje a la audiencia. Aunque sí siente presión por el rating también tiene la adrenalina que no le hace perder su pasión por el trabajo.
“Esta última semana empiezan las pesadillas, quieres dormir tus ocho horas y por el nervio te diste cuenta que dormiste tres. Tenía miedo que pusieran en el nombre mi apellido por ser más presión para el rating”.
La conductora acepta que se encuentra en una etapa plena. Desde que se convirtió en mamá le llegaron otras emociones y tiene más empatía con el que ahora será su público.
“Cuando uno pisa el cuarto piso ya se quiere ver más joven, ya no quiere tanta producción. Pero también es una edad en donde las mujeres nos sentimos más seguras y sabemos qué zonas del cuerpo explotar”.