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Los Ángeles.— La personalidad de G. Callen, el agente al frente de la unidad especial NCIS: Los Ángeles, está llena de misterio.

Es algo normal cuando pasaste tu niñez en 37 casas de asilo tras el asesinato de tus padres.

La única hermana del oficial encubierto, Amy, murió en un río (él lo supo después cuando se lo reveló la mujer que usurpó su identidad).

Además, su relación con Joelle Taylor, la atractiva profesora de preescolar que le presentaron sus amigos, es un tanto intermitente.

Este personaje solitario es lo opuesto del hombre que le da vida, el actor Chris O’Donnell.

El actor de 45 años tiene una de las familias más numerosas de las celebridades en Estados Unidos, lo que echa a tierra la idea de que su carrera es un impedimento para dedicar tiempo a su vida personal.

“Sólo trabajo cinco días a la semana. Me tomo dos días de descanso. Soy un ser humano que necesita descanso. Me gusta tomar un avión sólo para viajar y ver a mi familia”, asegura el actor de 45 años, que desde 2010 ha liderado la serie, cuya séptima temporada inicia este domingo a las 22:00 horas por A&E.

Chris es padre de cinco hijos, quienes son producto del matrimonio con Caroline Fentress.

Ambos son asiduos católicos que han tenido que sortear las contrariedades para sostener su enlace.

A decir del actor, la clave de este matrimonio ha sido pensar como familia, no como individuo.

Ellos se casaron en 1997 cuando el actor estaba en la mira de Hollywood tras trabajar junto a Al Pacino en Perfume de Mujer” (que le dio un Oscar al protagonista de El Padrino) y compartiendo estelar con George Clooney en Batman y Robin y Batman forever.

Hoy él se dedica enteramente a la serie de televisión.

“¿Que si me arrepiento de dejar proyectos? No, yo amo lo que estoy haciendo, no siento la necesidad de hacer algo más. Pienso que, si yo fuera un hombre soltero, estaría tomándome pausas para hacer películas y persiguientdo otras cosas, pero yo estoy en mi máximo ‘ancho de banda’ en este momento criando cinco hijos”, afirma.

Sus hijos son pequeños: Lily (de 15 años), Christopher (de 14), Charles (12), Finley (10) y Meave (nueve), por eso sabe que los retos más grandes están por llegar, en especial con la hija mayor, que es casi una adolescente.

“Estoy en un nuevo territorio con mi hija mayor, uno tiene que elegir cuáles serán sus batallas. Hay que escogerlas sabiendo que están creciendo, que son situaciones normales de la secundaria como el que tomen; claro, no quieres verlos en drogas.

“Pero si encuentro a mi hija tomando una cerveza en verano, no pienso explotar y oponerme. Yo he visto hijos que se rebelan porque sus padres son muy estrictos, los míos me dejaron ser porque éramos siete y fuimos buenos chicos”, concluye.

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