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”¡Oeeee, oeeee, oeeee, oeeee, Fitoooo, Fitoooo!”, fue el grito, al estilo futbolero, que Fito Páez escuchó mientras se dirigía de su camerino al escenario.
No podía ser de otro modo la bienvenida del público al cantante, acérrimo seguidor del equipo Rosario Central, de Argentina, país donde la hinchada realiza cánticos de apoyo.
Para su concierto del Teatro Metropólitan, el sábado, Fito vistió de negro y corbata del mismo color sobre una camisa blanca. Teniendo a la espalda su tradicional piano, abrió la noche con “Cadáver exquisito” y “Yo te amo”, a la que le seguiría una canción ya conocida por los 3 mil asistentes, cifra de acuerdo los organizadores.
“Qué hermoso regresar a casa, el tiempo pasa, las cosas se han amplificado de alguna manera, las cosas buenas se quedan; vamos a tocar, 30 años después, ‘Giros’, en México”, dijo ante la algarabía de la gente, la mayoría ya en pie.
El cinco veces ganador del Grammy Latino no tardó mucho para demostrar sus dotes de pianista, al tocarlo en la intro de “11 y 6”, siendo seguido por decenas de manos con celular, guardando el momento en foto y video.
Y así como hizo en su presentación en Guadalajara, llamó a que lo acompañara Fabiana Cantilo, cantante a la que presentó como la persona que, sin su presencia, no habría hecho mucha de su música.
Con ella interpreraría “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, a la que le seguiría minutos después “Payaso” y “Brillante sobre el mic”. Fito estuvo acompañado por cuatro músicos y enmarcado por un escenario en cuyo fondo había cortinas iluminadas de azul y rojo.
“La verdad es que estoy emocionado en esta vuelta en México, me siento parte de la casa ya, cuando te das cuenta ya formas parte del corazón de mucha gente”, exclamó en una de las pocas ocasiones en que el público lo escuchó en silencio, siguiendo cada una de las palabras del argentino.
El solo en piano con el popurrí de “Muchacha”, “Bello abril” y “Un vestido” arrancó voces masculinas de “¡Te amo Fito!” y hasta de “¡Hazme un hijo!”, provocando risas entre los que lo escucharon.
Para la segunda parte del concierto, el cantautor de 52 años cambió de ropa y reapareció con pantalón y chamarra blancos y playera negra. Cantó “El amor después del amor”, “Naturaleza sangre” y “Al lado del camino”.
La velada, de casi dos horas de duración, concluyó con “Ciudad de pobres corazones”, “Dar es dar” y “Mariposa technicolor”.