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El guión original de la serie televisiva El mariachi, de Sony, señalaba que había una gran corrida de gallos en un mundo narco con muchas personas.

Cuando lo vio el realizador Chava Cartas (Rock Mari) dijo que eso era imposible por el tiempo y recursos que no se verían. Se acercó al productor y le propuso el cambio.

“Comenté que mejor se hiciera una corrida privada y en lugar de invertir en 600 extras, se trajera a personajes icónicos y fue cuando entraron actores como Mario Almada y Roberto Sosa y fue mejor”, recuerda.

Para La teniente, producción de TV Azteca, el director Álvaro Curiel (Acorazado) fue afectado por un huracán en Quintana Roo y debió mover la locación con el problema de que por presupuesto, los actores elegidos no podrían viajar.

“Y había que resolver de algún modo, entonces vamos, hago un casting, encontré al peor actor y dije: ‘ok, te quedas’, por reto para mí y para él, llegó nervioso, pero funcionó”, cuenta.

Cartas y Curiel son la mano que mece la cuna, o mejor dicho, la cámara, en las series televisivas hechas en los últimos años para el mercado latino.

Cerca de 20 en filmografía como directores Mujeres asesinas, Los simuladores, Cumbia ninja, Terminales y El capitán, los respaldan.

“Son más de 800 horas dirigiendo y eso va dando oficio”, señala Cartas.

Pero no es fácil. Los dos reescriben episodios y ven cosas de producción, cuando su labor principal debería ser contar una historia y dirigir actores.

Creatividad mexicana. A diferencia de Estados Unidos, donde la parte dramática de un guión es lo importante y los escritores están presentes en el set, en las latinas se privilegia la acción mal entendida y los guionistas, que desconocen costos, se encuentran en Miami o Sudamérica.

Por ello pasan cosas como en El dandy, producción última de Sony, donde originalmente una escena indicaba persecución a balazos en un tianguis, pero no se contaba con los recursos suficientes para hacerla.

“Te llegan guiones volados y tienes que ver cómo resolverlo, ajustarlo y que sea creíble. Un día fuimos a una locación con el escritor, le dije qué le parecía ¡y dijo que no le funcionaba porque no había una puerta secreta!, obvio hice cambios y la muestra de que no supo, es que mandó un correo felicitándome”, recuerda divertido Curiel.

Una serie prácticamente abarca seis meses de trabajo. Cada episodio se realiza entre cinco y seis días, con jornada de 10 horas en promedio.

“Muchas veces no tienes el arco final de tus personajes y cuando te llegan, sólo puedes leerlos el domingo y no hay tiempo”, expresa Cartas.

“Entonces vas dirigiendo por intuición y buscas no traicionar al personaje, si dice que cojea, pues cojea, pero si al cuarto episodio dice que es atleta, bueno, corre, pero cojeando, son cosas que uno debe ir viendo”, agrega.

Curiel indica que Kuno Becker (Gol), quien recientemente trabajó en la producción estadounidense Dallas, le dijo que allá son los actores quienes llevan a los personajes, pues generalmente un director llega y es responsable de uno o pocos episodios.

“Aquí resuelves y te vuelves rentable, ayer me subí a un taxi y el chofer conocía perfectamente las series, la gente no sabe quiénes somos, pero sí nuestro trabajo y eso es lo que vale”, dice.

Ahora prácticamente los canales esperan a ambos para hacer nuevas series y utilizan sus nombres para convencer actores.

El primero regresó este año al cine con Los inquilinos, en posproducción y Buscando a Inés, cuyo rodaje ya arranca. Y tiene para 2016, otra serie.

El segundo está por arrancar una producción y tiene en cartera cuatro cintas, esperando concretar una.

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