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cristina.pineda@eluniversal.com.mx
Shannen Doherty es un ejemplo claro de “garantía de rating”, y muestra que aunque no hay es indispensables, despedir a un protagonista implica perder millones de televidentes.
Beverly Hills 90210 llevaba cuatro años con una buena audiencia hasta que Doherty dejó la serie en 1994 tras su cuarta temporada, justamente en la que mayor audiencia tuvieron en su historia con 21.1 millones de televidentes. Después de ello las cifras fueron bajando a 14.6 millones en la quinta temporada y finalmente 8.3 millones en su décima temporada. Ese fue el fin.
Este recurrente fenómeno del protagonista que se va de una serie y es reemplazado por alguien más, rara vez tiene un final feliz. “En ocasiones inyectan energía con la incursión de un nuevo actor en el reparto y otras acaban de matar la serie”, reitera Villalobos.
En el primer caso está The Vampire Diaries, que ya no tendrá a Nina Dobrev a partir del próximo año. “Ahí cabe preguntarnos ¿cuántos vampiros hay? Le dan más fuerza a otro personaje y no pasa nada”.
Pone otro ejemplo: “A Two and a Half Men aparentemente la salida de Charlie Sheen les hizo lo que el viento a Juárez. Se resintió pero duró lo mismo que con Sheen anteriormente”.
También hay casos más radicales, en los cuales el protagonista es tan fuerte que su salida implica necesariamente el final porque el públilco no acepta que sea sustituido por alguien más.
Así pasó con Kyra Sedwick, cuya salida de The Closer en 2012, tras siete años, desencadenó que la serie terminara. Y aunque se hizo un spin off, no alcanzó la misma audiencia.