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janet.merida@eluniversal.com.mx
Es domingo y en el Teatro Insurgentes el tiempo avanza rápidamente, hay que dejar todo listo para el estreno de El hombre de la mancha: 37 pares de zapatos, 280 juegos de ropa, herramientas, cascos, una sala en la que desde que entras, comparte su intenso olor a madera, ruido de martillazos, escaleras, gente que va y viene.
Pero, además, este domingo es especial porque por vez primera el elenco hace lectura de guión acompañados por la orquesta. SitzProve, le llaman.
Se sienten los nervios de quienes se conocen por primera vez: de un primer abrazo, el primer beso, el ambiente cálido de la magia que está por ocurrir, de dos manos que se agarran para no soltarse.
“¡Ana Brenda Contreras!, ¡Benny Ibarra! ¡Carlos Corona!”, cada actor se levanta de su asiento para presentarse y decir el personaje que le toca. Se van poniendo, al mismo tiempo, ese vestuario invisible que cada uno carga con el personaje y que los hace no ser más ellos.
En seguida ocurre la magia, los instrumentos hablan en ese espacio del Teatro Insurgentes inundando cada rincón, se siente uno feliz, luego exaltado, luego triste, luego se siente uno como si estuviera no en un teatro al sur de la Ciudad de México sino en una historia que está a punto de comenzar.
Luego comienza a hablar cada uno de los personajes, Benny incluso se olvida de alguna de sus líneas pero lo toma con humor e improvisa el final de su diálogo asegurando que se siente un poco nervioso. Sin embargo hay gente a su lado que le da pequeñas guías para que retome el texto y siga la función que, en esta ocasión, no ocurrió en el foro porque el lugar de la Mancha aún está en construcción.
Es así como el musical El hombre de la mancha va completándose, como si fuera una maquinaria enorme en la que se van ensamblando nuevas piezas para que pueda, por fin, empezar a moverse este 28 de septiembre con su función de estreno.
El escenario, mientras, continúa su construcción con una enorme escalera que zigzaguea el espacio, creación del experimentado Jorge Ballina, la mente maestra de obras como El curioso incidente del perro a la media noche.
Ballina explica cómo se construyó esa estructura que el público verá: “Hay dos planos escenográficos, uno es la cárcel que está inspirada en una de Sevilla; y al mismo tiempo cuando me puse a investigar cómo era la arquitectura de la cárcel y de la época, me puse a ver cómo eran los teatros de la época donde Cervantes interpretaba sus obras, eran unos patios que se llamaban corrales y que se parecen mucho a esto que están viendo, hice una especie de híbrido”, detalló.