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cesar.huerta@eluniversal.com.mx
Hace tiempo de eso, pero Violeta Rojas lo recuerda bien. En una función del musical El fantasma de la ópera, alguien sobre el escenario no colocó bien la falda de la actriz que representaba a Christine, y ésta se quedó en ropa interior frente al público.
La chica siguió cantando y, al terminar, se dirigió atrás del escenario y estaba furiosa.
“¡Son cosas que pasan sobre todo en musicales!”, dice la responsable del vestuario de esa puesta en escena y quien en su foja laboral cuenta con Annie el musical y Dulce caridad.
Rojas ríe al contar la anécdota, al mismo tiempo que revisa sobre un actor, la ropa hecha para El Hombre de la Mancha, a estrenarse el mes próximo en el Teatro de los Insurgentes.
El diseño. Al frente de un equipo mayor al centenar de personas, ha creado 120 diseños para contar que Miguel de Cervantes está en prisión, aguardando una audiencia con la inquisición.
Para evitar que los presos le arrebaten un manuscrito, les sugiere representar la figura de Don Quijote.
“Hay muchos cambios (de vestuario), a veces sutiles; algunos empiezan como soldados y en muy poco tiempo debe transformarse en preso, luego en arriero y de ahí a espejo de caballeros y a moro, son muchos cambios en poco tiempo”, señala.
“Ahora estamos pensando que el cambio tendría que hacerse en 40 o 30 segundos, pero aún no se ha integrado la orquesta (musical) ni medido con la escenografía, ¡pero sí será de mucha adrenalina para los actores!”, agrega.
Quien haya visto el montaje de hace 15 años, encabezado por Susana Zabaleta y Roberto Blandón, no volverá a disfrutar eso. Aquí la producción encabezada por Morris Gilbert y la dirección de Mauricio García Lozano, han modificado cosas.
García Lozano pensó desde un principio que la pintura negra de Goya, el artista español, serviría para dar look visual a la obra. Y eso implica que los personajes luzcan enfermos y cansados, con hematomas y cicatrices.
“Con el vestuario es vivir en ese subsuelo, en ese inframundo al que baja Cervantes”, dice de inmediato Violeta al calificarla en una sola idea.
De acuerdo con Gilbert, 25% del costo total de esta producción (el cual se reserva), es destinado a vestuario.
Suena mucho, pero en varios casos deben hacerse al menos dos juegos de vestuario: para el titular del personaje y su suplente.
Ahora los camerinos del Insurgentes están en movimiento con las pruebas de ropa, haciendo que los actores se la midan y hagan movimientos para asegurarse estar cómodos. En la planta baja se pintan prendas y calzado.
Maquillaje. Bernardo Vazquez (sin acento), egresado de artes plásticas, tiene a su cargo el diseño de imagen de los personajes. O lo que sería maquillaje.
Tarda 15 minutos en darle acabado a los rostros de César Rivelos y Mario Heras, dos de los actores en escena.
En una mesa tiene más de 10 colores para su propósito.
Su labor en este momento es que los actores sepan cómo automaquillarse cuando arraque la temporada.
“Antes se usaba papel calca (para dar suciedad a los rostros), ahora matizamos, como dibujando”, aclara.
“Es ver qué tiene cada uno, si tiene peste, si no ha dormido, si han peleado y con ello no sólo es manchar, sino dar carácter”, destaca.
El tiempo ha comenzado su cuenta regresiva. El Hombre de la Mancha, original de Dale Wasserman, ya está casi listo encabezado por Benny Ibarra, Ana Brenda y Carlos Corona.