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Caminan con pasos cortos y usando bien los tacones; sus manos se mueven delicadamente, una se ve en el espejo de la habitación corroborando que el maquillaje y el peinado esté bien, otra deja ver la enorme piedra amarilla de su anillo y sus uñas rojas que hacen juego con su vestuario, y la tercera observa sentada con las piernas de lado para no enseñar de más.

Al mismo tiempo, se carcajean como ellos mismos, hacen bromas y se acomodan la entrepierna generando exactamente esa dualidad que Jean Genet quería que tuviera su obra de teatro Las Criadas, que llega al Foro Chapultepec (Mariano Escobedo 665) con las actuaciones de Alejandro Camacho, Mauricio Islas y Álex Sirvent.

“Ocurre algo muy curioso cuando estos tres se caracterizan, se vuelven tan vanidosas”, dice Salvador Garcini mientras los dirige para hacer un video previo a su estreno mañana, bajo la producción de Rubén Lara.

El mismo Garcini trajo esta obra a México hace más de 30 años junto a Camacho, quien entonces dio vida a Clara, pero que ahora se ha convertido en “la señora”. “A Clara ya la maté”, afirma el actor caracterizado.

“Genet dice que los hombres que hagan esta obra vestidos de mujeres no pueden ser homosexuales, tienen que ser hombres porque si lo hace un homosexual ya es un arremedo; él era homosexual, ladrón, prostituto y lo que propone es la femineidad sin mujer”.

Para hacer este clásico de la literatura, agrega Camacho, se necesita escuela, disciplina, método, talento, pero sobre todo, jugártela.

“Si no eres valiente te quedas en una zona de confort y te vuelves un actor aburrido, predecible y creo que hay que ser inatrapable”.

Sobre cómo construyó al personaje femenino, el actor explica:

“Esencialmente me dedico a robar gestos de las mujeres, de las que conozco y de las que no conozco, soy un ladrón de gestos, de actitudes, de miradas, de suspiros, de silencios... He comprendido a la mujer en mí, no trato de imitarlas, nunca voy a poder”.

Para Mauricio Islas, quien interpreta a Soledad, esta obra aporta mucho a su carrera y, al mismo tiempo, la oportunidad de trabajar con actores como Alejandro Camacho.

El personaje, dice, lo obliga a explorar una parte de él. “Ayuda mucho conectarte con la parte femenina de tu interior. Me dejé llevar por mi observación a la mujer”.

Álex Sirvent se topó con esta oportunidad justo durante una peregrinación a Santiago de Compostela, en España, tras una situación difícil en su vida personal y un divorcio.

En ese peregrinar recuerda que una de las cosas que pidió fue ya no hacer cualquier cosa sino proyectos que lo retaran y ahí llegó Clara.

“Estoy descubriéndome como persona gracias a Clara, a mí mismo como actor y me ha enseñado a darme cuenta de quién soy en realidad... ¡una mujer! —dice bromeando—. Me ayudó a descubrir todos mis miedos a través de una obra”.

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