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Antes de cada función que ofrece en teatro, Gloria Aura se persigna y encomienda a sus ángeles guardianes, para que todo salga bien.
Ahora mismo, aunque batalla para aprenderse la letra de “Acariciame”, confía en que ellos y el estrés la saquen adelante cuando se integre al musical Mentiras, el próximo jueves.
“Tiene una letra que no me hace sentido: Acariciame con manos locas enloquéceme/ con uñas y sonrisas ámame/ amor de amar, amor de piel. “Acariciame y ahógame en tus brazos cuídame/ y mátame despacio/ mírame (risas)... ¡como que no hilo la idea!, es muy rara y hasta la fecha, no me ha salido ninguna vez”, explica la también conductora en radio.
Pero confía en que todo salga bien en su presentación oficial.
“A mi abuela, que acaba de fallecer, le dedicaré todas las funciones que haga”, dice la actriz, al término de su último ensayo general.
En Mentiras interpreta a Daniela, una de las mujeres que se enteran, sorpresivamente, que tuvieron relación sentimental simultánea con el mismo hombre.
Su participación se reducirá, por ahora, a la función del jueves.
Muchas de las canciones que interpreta las conoció hasta ver la puesta en escena. Con 30 de edad, prácticamente nacía cuando algunas de ellas ya eran o habían sido éxitos.
¿Mucho estrés?
Sí, es una obra que he visto diez mil veces y desde estrenada tenía la espinita de no estar en ella. Audicioné como seis veces y me bateaban siempre (risas), ya había hecho casting para todos los personajes, pero siento que también tenía que ver con mi madurez vocal y actoral para poder enfrentar además un personaje de estos que son mujeres plantadas cuando generalmente hago de niña, chica volátil y enamoradiza.
Hay quien, antes de salir al escenario, piensa por qué no puede ser una persona normal, para estar en casa y sin enfrentar una obra.
(Risas) Yo no, siempre había querido estar en teatro y pienso que soy afortunada, se lo dedico a Dios.
¿Cuál es la máxima pesadilla que has tenido en esto?
Que se me olvide el texto, casi siempre antes de entrar repaso, voy con el texto en la cabeza una y otra vez. Y ya en sueños, sí me ha tocado el de traer el vestuario de una obra distinta a la que estoy ¡y es horrible!
