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aridiana.banos@eluniversal.com.mx
El personaje de El hombre del sillón, de la puesta en escena La fierecilla tomada, habla en una de las escenas del disfrute que es ir al teatro, pero también de las molestias que tiene que padecer por culpa del espectador, que van de los estornudos a los comentario en voz alta. A esto se suma, en la actualidad, al timbre, tecleo y cámara del celular.
Esta es una situación real que se vive en los teatros de la ciudad de México. “Gente maleducada hay aquí y en China, creo que eso es una falta de respeto y educación”, expresa el productor Juan Torres, quien ha llevado a escena montajes como Godspell y Adorables enemigas.
Señala que es un distractor común en las funciones para los actores que desde el escenario pueden ver todo lo que sucede en la sala. “En Estados Unidos pasa mucho por los turistas o con la gente que no es asidua al teatro. Pero lo que he visto en México es una falta de respeto absoluta, que no se compara con lo que pasa en Nueva York, aquí ya es un descaro agarrar el teléfono, contestar, llegar tarde, hablar durante la representación”, explicó Torres.
Mentiras, el musical tiene alrededor de 67 mil videos subidos a Youtube por fans que cada función graban alguna sección de la obra con sus teléfonos, lo cual genera problemas.
“Si suena es terrible, te saca hasta de tonos; una vez (le pasó) a Hiromi, hay una canción que entra a capela y sonó un celular, entonces se destanteó con el sonido porque el oído se le afinó allá, fue una cosa muy rara”, contó Paola Gómez quien da vida a Lupita.
Hiromi, que interpreta a Daniela y Yuri en este montaje, comentó que es imposible exigir que lo apaguen, pero sí que lo pongan en silencio, con el brillo mínimo y que lo revisen discretamente, porque ver a alguien distraido con una pantalla en el público las hace sentir que no valoran su trabajo.
Una obra en la cual el silencio y los oscuros son muy importantes es La dama de negro, que con 20 años en cartelera ha pasado un sinfín de contratiempos por culpa del celular, como compartió el actor y productor Rafael Perrín. “Siempre suenan en los momentos más inoportunos.
“La anécdota que más recuerdo fue una vez que yo estaba haciendo el papel de Arthur Kipps. Me acuesto y llega un momento en que le digo a Spider, el perro ficticio: ‘Qué extraño suena el viento en esta región’. En ese momento suena el celular de: ‘Lleve sus ricos y deliciosos tamales oaxaqueños’. Entonces le digo a Spider: ‘¿Ahora me crees cómo suena de raro?’ El público aplaudió pero rompió con el terror”.
Pero Rafael Perrín señaló que esto no es privativo del teatro, también pasa en otras áreas del entretenimiento como los conciertos, él recordó que durante un recital del tenor Javier Camarena en el Auditorio Nacional, en la segunda fila estaba una figura pública, de la cual no quiso revelar su nombre, viendo el futbol en el celular. “Su novia le daba codazos y le contestó: ‘esto es de oír no de ver’, y en cada gol festejaba”.
No es cosa de risa. También los comediantes padecen esto, aunque lo saben manejar a favor para su show, como los explicó Javier Carranza 'El Costeño': “A veces pido el teléfono que suena y contesto la llamada, son elementos que a los humoristas nos sirven”.
Carranza señaló que eso no quiere decir que no les moleste. Enfrentan, además, cosas como que comediantes novatos usen la cámara del celular para grabar las rutinas que copian o para armar DVD piratas. 'El Costeño' aceptó que esto es un tema complejo, porque él en particular ha logrado contratos en Estados Unidos, gracias a que la gente sube videos a redes sociales.
Y para erradicarlo, no hay otra opción que la educación. Rafael Perrín cuenta su estrategia. “Antes de empezar la obra, un actor sale a pedir que apaguen la luz, saca un celular y demuestra cómo, aunque esté en vibración, la luz nos afecta. Así ha disminuido el uso de los celulares”.