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cynthia.talavera@eluniversal.com.mx
Armando Manzanero recuerda con gran cariño la primera vez que visitó Japón. Era 1970 y recibió una invitación para presentarse en varias ciudades de ese país, donde la canción “Adoro” era popular al ser tema de una telenovela.
La belleza de ciudades como Tokio, Nagoya, Kioto, Sapporo y Hakone lo cautivó de tal manera que, hasta la fecha, el compositor ha viajado a ese país más de 20 veces.
¿Cómo es que Manzanero llegó hasta un país a más de 11 mil kilómetros de su natal Mérida? El compositor lo recuerda así, en entrevista con EL UNIVERSAL:
“Un día llegó a México un par de japoneses, era un dueto que cantaba música folklórica latinoamericana. Se llamaban Jiro y Mariquita (Mariko Ohashi). El entonces presidente de la RCA Víctor, me pidió que los atendiera ya que querían grabar una canción mía. Cuando los fui a buscar al aeropuerto, pensé que hablaban español y resultó que no, sólo japonés”, recuerda.
La barrera del idioma no impidió que Manzanero los llevara al Tenampa (en Garibaldi) y convivieran durante dos semanas en México; además de grabar algunas canciones. Inició entonces una amistad que duró tres décadas y también fue el comienzo de una relación con Japón que describe como “mágica”.
Pasaron cinco o seis meses y recibió una invitación para acudir al festival Yamaha en Japón en donde ya tenía programada una gira. “Fue el primer viaje mágico”, dice.
“Lugares tan exquisitamente diferentes, con una disciplina increíble. Una cosa divina”.
De esa primera experiencia, el compositor quedó maravillado por los lugares “exquisitamente diferentes al nuestro”.
Del público japonés, el compositor destaca muchas características, como su alegría.
“Es muy efusivo, muy educado. Muy bailador, que le gusta mucho la música”, añade.
Aunque prefiere viajar a Japón para descansar y disfrutar, el creador de “No sé tú” ha realizado alrededor de seis giras por aquellas tierras.
“Una de las últimas fue la más bella, la hice al lado de una orquesta de japoneses (La Orquesta de la Luz), que tocaba nada más salsa”.
Entre toda la magia entre Manzanero y Japón, de la cual destaca la camaradería y hasta la gastronomía, el compositor piensa que le faltó realizar algo en esas tierras en los momentos más álgidos de su carrera.
“Debí haber armado una orquesta bonita de México y así como Pérez Prado lo hacía, llevarla a Japón y tocar música mexicana, no sólo la mía; hubiera permanecido hasta ahora”, reflexiona.
¿Japón tiene un lugar especial en el corazón de Manzanero?