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La peregrinación era larga, pero no importaba qué tan lejos pudiera estar la puerta de entrada, pues todos ellos son fieles y están dispuestos a “aguantar vara”, para ver de cerca a Ariana Grande.
Al igual que los fervientes peregrinos que salen el 11 de diciembre hacia la Basílica, los escoltas policiacos estaban ahí para resguardar la seguridad y, de paso, pasarles báscula.
Todo lo que no fuera esencial se iba a la basura: cartulinas, bolsas, botellas de agua, comida y otros.
Los azules eran el primer filtro de seguridad, luego los llamados lobos también hacían sus pesquisas, y es que, la noche de ayer, no podría haber lugar más seguro en la Ciudad de México que el Palacio de los Deportes y sus alrededores.
De acuerdo con la Secretaría de Seguridad Pública, más de mil elementos, que incluyeron personal especializado en bombas, fueron los invitados extras el evento.
Además de que personal del Ejército Nacional estuvo en lugares estratégicos.
No todos estaban felices por el fortín montado en el domo de cobre, pero después de los atentados terroristas del 22 de mayo en Manchester, en la Gran Bretaña, durante un concierto de Grande, no había mucho que replicar.
Las 20 mil personas que tomaron su lugar en el recinto, se tardaron más de lo normal, pero todos estuvieron listos para que a las 21:40 la pequeña Ariana Grande apareciera en el escenario.
El poderío de su voz no es proporcional a su estatura, ni mucho menos de sus veintitantos.
De tacón alto y de aguja, de negro y peinado de conejo entró al escenario junto con sus bailarines en medio de las sombras.
Los oscuros tardarían en hacerse luz, los focos fallaron y ella apenas se veía. El problema tardaría poco en resolverse y entonces Grande brilló.
Ella gritaría: “¡México!” y sus fans responderían con gritos sin límites.
La gran pantalla mostraría los videos que ella preparó, no necesitaba más escenografía que eso y la compañía de sus bailarines.
Porque ella puede hacer de todo, bailar, cantar y lucir más de cuatro cambios de vestuario mientras su música retumba en el lugar.
Temas como “Be alright”, “Everyday”, “Let me love you”, “Knew better Pt. II”, “Forever boy”, fueron algunos de los temas que encontraron coro en los fans.
Las orejas de conejo de la mujer peligrosa se convirtieron en el accesorio de la noche, para hacerle un guiño a ella que, de pasar de la televisión, encontró en la música su propia forma de comunicación.
“México, haz ruido. Quiero que hagan ruido para mi banda también”, fueron algunas de las pocas palabras que la estadounidense pronunció para sus fans.
“One last time”, “Touch it”, “Leave me lonely”, “Side to side”, “Bang bang”, “Greedy”, “Focus”, “Moonlight”, “Love me harder”, “Break free”, también fueron parte de la lista de canciones.
Con “I don’t care” las luces del público se encendieron y el ritmo de baile bajo a algo más melódico y tierno.