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Decía Chavela Vargas, la voz herida que surcaba los paisajes más inhóspitos del corazón de México, que ella nació cantando y a punto estuvo de morir haciéndolo también. Entre medias, rompió cánones como artista, como mujer y como lesbiana, según destaca un nuevo documental sobre su vida.
"Fue única. Tuvo una vida como una montaña rusa, de subidas y bajadas extremas, de estar borracha y tirada en el suelo a convertirse en musa de Pedro Almodóvar, abarrotando salas como el Carneggie Hall de Nueva York, el Olympia de París o el Bellas Artes de México", explica Daresha Kyi.
Junto a Catherine Gund firma "Chavela" , producción que se estrena este viernes en las salas españolas tras un largo recorrido internacional en festivales como el de Berlín, donde obtuvo el segundo Premio del Público en la sección "Panorama Documental".
"Cuando la conocí, quise que todo el mundo la descubriera, sobre todo porque podía ayudar a quienes se sienten fuera de la norma", proclama Kyi, responsable de otros títulos como "Land Where My Fathers Died", con Isaiah Washington.
No es casual que la película arranque con los versos de "Soledad" en la voz rota de Vargas, quien sintió desde niña la desafección de sus padres. "Y cuando te rechaza tu familia, es difícil quererse a uno mismo", opina la directora del documental, para quien su gran logro fue "utilizar esa herida en su canto".
La soledad se erige como espina dorsal de la película junto a un vídeo rescatado de una conversación en la que Vargas, con tono confesional, atiende a un grupo de mujeres.
"Hacer una película de Chavela es reivindicar también el poder de lo femenino, porque estaba orgullosa de ser mujer", destaca Kyi, a pesar de que uno de los rasgos externos más rompedores de su carrera fue su decisión de actuar con pantalones en plenos años 50.
"Fue parte de su mito, pero más importante aún fue que aquello constituyó una manera más auténtica de presentarse, porque ella llevaba pantalones desde niña", observa.
Obligada a abrirse camino en un mundo de hombres, fue "la más macha de todos los machos" y "se entequiló" tanto o más que ellos.
"No rechazaba al hombre, tenía sus cuates (camaradas), como José Alfredo Jiménez, que la ayudó a elevar su carrera a otro nivel y que decía que era la mejor cantante para su música", continúa.
El mito creció, en parte gracias a la imaginación de la propia Chavela. ¿De verdad se coló en la habitación de Ava Gardner y tuvo un idilio con Frida Kahlo?
"Con Chavela uno nunca sabe, porque no le eran importantes las fechas. Un día podía decirte que estuvo con Frida cinco años o cinco días. Lo que sí creo es que Chavela se identificó mucho con ella, porque amó a quien quiso y como quiso, fue una rebelde con una voz artística muy fuerte, también llena de sufrimiento", opina.
Muy importante para la película, para mostrar su faceta íntima desligada de cualquier atisbo de ficción fue encontrar a una de sus amantes "de carne y hueso", papel que cumple la abogada Alicia Elena Pérez Duarte.
No queda claro si fue su ultimátum o una cacareada ceremonia con chamanes lo que logró arrancar a la artista del alcoholismo que la había alejado de los grandes escenarios durante casi doce años, tiempo en el que quienes no la olvidaron la dieron por muerta.
Renacida, fue reclamada para actuar en un concierto en Madrid, donde no faltaron figuras españolas como Pedro Almodóvar o Miguel Bosé, que se convirtieron en sus nuevos valedores y mostraron a Vargas una sociedad donde la palabra "lesbiana" cobró otro significado.
"En España comenzó un proceso de autoafirmación. Necesitaba curarse de esas heridas que había arrastrado toda la vida", explica Kyi sobre un segundo período artístico en el que debutó en el Teatro Olympia de París.
Ofreció su última actuación en Madrid y murió unos días después en México, el 5 de agosto de 2012, a los 93 años, tras regresar de despedirse de sus amigos.
"El suyo fue el testimonio más difícil. Aún hoy dice que le duele en el corazón que Chavela se muriera", apostilla Kyi.
rad