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A Pablo Milanés el trabajo le da la fuerza. En un año de actividad constante se da el tiempo de platicar sobre los problemas a nivel mundial con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, que para él es un símbolo de una sociedad racista.
La evolución de la música tampoco lo tiene tan contento ya que en su parecer las letras se han convertido en un producto basura contrario al pasado, que se componía con el corazón y los éxitos eran perdurables.
Junto a su hija Haydée emprende una gira que lo traerá nuevamente a México para presentarse en el escenario del Plaza Condesa el 31 de marzo con Canciones para siempre, que retomará algunas de sus grabaciones en décadas de carrera.
En un futuro cercano tiene planeado editar un álbum de estándares norteamericanos en inglés, que es especial en su carrera porque se remite a lo primero que cantó a los 19 años.
“Cuando La Habana todavía era La Habana, antes del 67. Era una de las ciudades más hermosas del mundo, había mucho movimiento por las noches y yo era fanático de la música brasileña, el feeling cubano y el jazz, entonces cantaba en inglés. Ahora voy a hacerlo tal como las cantaba antes”.
¿Cómo se encuentra el movimiento musical en Cuba?
En Cuba hay un poco de todo: música muy buena, otra buena, la regular y la muy mala. Eso es lo que se escucha en la televisión y todas partes igual que en otros países, es un problema y una decadencia mundial que tal vez tenga qué ver con la decadencia del mundo en otros órdenes y que van de la mano. Cuba sigue siendo una fuente de música buena porque también se sigue haciendo, se produce igual que hace un siglo porque la calidad de su música es una tradición y eso no cambia.
Usted es considerado además de músico, poeta y hasta líder para algunos. ¿Se asume así?
Eso ha ido más allá de mí. Yo no he tenido esa pretensión, ni siquiera la de ser poeta. Yo me clasifico como un hacedor de canciones. En realidad incido en que una canción tiene tantas particularidades que no es hacer una letra y una música sino muchas cosas alrededor de ella y que ayudan a su equilibrio, estructura, forma, ritmo, aire. Son muchos detalles.
¿La forma de hacer canción ha cambiado?
Sí. La calidad se va deformando más, yo creo que hay menos calidad. Deberíamos remitirnos al pasado un poco, dar una vuelta cíclica y ver todo lo que se hizo, beber de esa fuente. Es como si se hubiera botado el talento de la música popular mundial, lo que se saca es pura basofia y superficialidad tanto en los textos como en la música.
¿Cómo ve a la actual Cuba sin Fidel Castro y cómo cambiará tras su muerte?
No sé si cambiará, hay que preguntárselo a Raúl Castro que es responsable de Cuba hace 10 años y el que se llevará la alabanza o la crítica, sobre él recae toda la responsabilidad. El pueblo sigue callado, cuando uno se calla no logra nada.
El mundo está cambiando, ¿que cree que le hace falta a Cuba?
Lo que más está aconteciendo ahora en el mundo y le da importancia a la actualidad es la Presidencia de Trump. Creo que el mundo entero debe voltear hacia Estados Unidos, que la mitad de la población votó por un hombre que está embelleciendo un sentimiento racista, que en el fondo nace con nacionalismo. Trump tiene un sentimiento xenofóbico y el pueblo lo votó. Para mí el pueblo norteamericano, más de la mitad, tenía escondidos esos sentimientos y Trump se los ha sacado de repente, eso es lo más peligroso que puede estar pasando, que la potencia mayor se haya volcado hacia las peores tendencias humanistas. Es el verdadero interés en la mira.
¿Qué opina que Obama haya quitado la ley Pies secos, pies mojados, que les permitía el exilio?
Eso tiene sus pros y sus contras, pero no quisiera hablar de política. Ya lo he hecho por 24 años, haciendo mi crítica y mis alabanzas como revolucionario que soy y realmente quiero que hablen los demás porque ya estoy cansado de hablar. Los demás hablan en sus casas, a oídos de otros, pero no se atreven a hablar en la calle. Yo he hablado públicamente durante 24 años y me he quemado por hablar en nombre de doce millones de personas. Necesito descansar y no hablar más de política que no vale la pena realmente.