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La gorra y las orejitas fosforecentes, el llavero o el dije, también la corona de flores multicolores hechas con papel, podían dejarse de lado, pero no el riguroso blanco.

Al final, el chiste de ir al Life in color era dejar que chorros de pintura brillantes les cayera y sobre el fondo claro resaltaran en la oscuridad mientras DJ’s mexicanos y extranjeros se apoderaban del escenario.

Si Kleiman el abridor tuvo un recibimiento frío, con Chaser el ambiente mejoró y llegaron los brincoteos de los cientos de chavos con pantalón de mezclilla y chicas en gran número portando short o playeras ombligueras.

Muchos con el cabello húmedo de sudor perdido entre agua o el torso desnudo en el caso de ellos y haciendo la mímica de levantar pesas.

Fue con Mariana Bo, la DJ de 26 años y egresada de la Escuela Superior de Música como ejecutante de violín, que la fiesta se consolidó.

Bastó su uso de los primeros acordes de “We will rock you” de Queen y brazos levantados, para que quienes se encontraban más lejos del escenario flanqueado por dos pantallas gigantes, ejercieran un sprint de 100 metros y verla de cerca.

“¿Ya se cansaron?”, gritó, siendo respondido por un “no” que arrastró la vocal por tres segundos.

Afuera de la Expo Santa Fe, sede del evento, los vendedores querían agotar la mercancía.

Cuando uno ofrecía botecitos de pintura a 20 pesos, los consumidores pedían rebaja. Sólo unos segundos y entonces los adquirían a la mitad.

También en el exterior, algunos jóvenes hablaban con las sílabas separadas al tiempo que en la mano portaban una bebida energizante con el sello tipo rasguño, o las chicas dejaban en la calle sus vaso rojos con refresco para poder entrar a la fiesta.

Algunos niños divertidos con tubos iluminados pasaron lista en Life in color, uno de los principales eventos de música electrónica, cuyo concepto aderezado como fiesta de pintura, se ha efectuado desde 2006 en países como Brasil, Canadá y Costa Rica.

Este año manejó la idea Kingdom, por lo cual había la cabeza de un león gigante en el escenario cuyos ojos se iluminaban en la oscuridad,

A veces los rostros con pintura corrida se detenían un poco para comer un hotdog por 50 pesos o una hamburguesa sumándole 20 más. ¿Con sed?, un billete con la imagen de José María Morelos era necesario para obtener agua o refresco.

Pero dejaron casi todo eso al subirse a la consola Vicetone, el dúo holandés y considerado en el lugar 50 del mundo, por la revista británica del género, DJ Mag.

Cuando comenzó, columnas de humo artificial aventadas desde el piso adornaron el sitio y luces rojas y blancas bailaron sobre la cara leonesca, en cuya parte trasera se proyectaban figuras geométricas.

“Let’s go México city”, exclamó Ruben del dueto. Y la fiesta siguió con Nicky Romero.

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