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qhacer@eluniversal.com.mx
“Así recibí la noticia de Juanga en Santiago de Chile: Estaba en un persa (tianguis) cuando una comerciante grita a otra: ‘¡Que murió Juan Gabriel’”, publicó un usuario de Twitter (@ivanKdin) minutos después de que el mundo se conmocionaba con la muerte de Alberto Aguilera Valadez, debido a un infarto, a los 66 años.
No sólo en Chile o en México, la conmosión fue similar en innumerables lugares a lo largo del mundo: uno de los artistas más prolíficos (se calcula que compuso mil 800 canciones) dejaba un tremendo vacío en sus seguidores y aún en quienes no lo eran.
Garibaldi, el lugar más emblemático en términos de música vernácula, se llenó de luto y se rindió a sus pies, cientos de personas llevaron su ofrenda a la estatua de El Divo de Juárez en la popular plaza e incluso a una pintura con su imagen que se encuentra dentro de el Salón Tenampa, la emblemática cantina que ha sido visitada por decenas sin distinción de nacionalidad desde la partida del ídolo mexicano.
El lunes se prevé un homenaje en El Palacio de Bellas Artes, y mientras el ambiente todavía se tiñe del negro del luto de su ausencia, una buena manera de continuar es tomar como referencia sus canciones. Pasar del “hoy quiero agradecerte amor todo lo que me has dado”, al “cómo quisiera que tú vivieras”, pero irremediablemente desembocar en el “buenos días a la vida, buenos días señor Sol, yo seguiré tratando ser mejor”... y continuar.
Hoy —fecha que además coincide con el inicio del mes patrio— decidimos hacer de la guía una conmemoración a la identidad nacional que Juan Gabriel tanto exaltó, esa que le hizo entrar al exclusivo círculo de los grandes de la música mexicana y con la que más de uno sobrellevó una pena, encausó sus emociones y las llevó por el caudal del desahogo.
No sólo se trata de cantar uno de sus temas en Garibaldi, sino de vivir la experiencia de la mexicanidad que se halla en un rico platillo nacional, una bebida o una buena charla.
Mariachis, chiles en nogada, pozole, mezcal, trajes de charro... esto no es todo México, pero más allá de los estereotipos, es innegable que muchos de estos elementos están tatuados en la identidad de quien nació en estas tierras y en las que, parafraseando un tema de Juan Gabriel (“Cuando quieras... déjame”), uno puede curar una pena si canta, ríe y llora... de felicidad.