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Así como Woody Allen comparó a la vida con dos señoras comiendo en un restaurante, Andrés Calamaro tiene su propia definición hoy que cumple 55 años, de los cuales cuatro décadas ha estado inmerso en la música.
“(Woody dijo) ‘La comida no es buena pero las porciones son demasiado pequeñas’'. Interpreto que el tiempo va a terminar doblegando a todos y la libertad es una cuestión compleja que principalmente reconocemos cuando la perdimos, como otras cuestiones vitales y culturales de las personas. Los conceptos que invitan a hacernos las grandes preguntas”, explicó.
El argentino contestó algunas preguntas mientras repasa su gira acústica Licencia para cantar, con la cual regresa a México para conciertos en el Teatro Metropólitan los 3 y 4 de diciembre.
¿Hay nostalgia de aquel joven que inició en la música?
Aquel joven aspirante no esperaba sucesos tan importantes como rozar la gloria con la música o viajar a México para ofrecer conciertos. Puestos en una perspectiva complicada: es aquel principiante el que debería sentir nostalgias futuras de “esta versión” contemporánea. Creo posible permitirse arrebatos de nostalgia por casi cualquier instante de la vida porque renunciamos a ciertas cosas para apropiarnos de otras que estamos buscando.
En los 70 y 80 ser rockero era difícil, ¿cómo lo libraste?
Los latinoamericanos conocemos nuestros conflictos por haberlos vivido, como otras generaciones vivieron las guerras (o la peste) en Europa. Fueron años muy complicados para militar en las revoluciones pero tampoco fue sencillo abrazar una juventud inquieta y celebrarlo con sensualidad o aspiraciones de humo de marihuana. Sin ser un militante perseguido fui parte de una tierna juventud que sintió la represión; pero también estaba allí para la primavera de los cambios.
¿Es un peso ser considerado pilar del rock latinoamericano?
Haber rozado la gloria de los éxitos me quita ciertos pesos de encima: no me preocupa generar un éxito urgente; sin embargo sigo ofreciendo conciertos y me pesa la responsabilidad de ofrecer música inspirada. Estoy “obsesionado” con las buenas sensaciones (en el escenario) y con ofrecer una interpretación con sustancia y sentido.
¿Qué significa grabar una de las canciones de Julio Iglesias y de Juan Gabriel?
Grabar para Julio (como grabar con Juan Gabriel) es experiencia extraordinaria; son auténticos gigantes de la canción, han recorrido caminos de leyenda, son artistas contrastados en la historia, la grandeza personificada. Me siento honrado como persona y como cantante. Fui al estudio-hogar de Juan Gabriel a cantar juntos y fue un auténtico desafío vocal y musical porque el maestro es un virtuoso del canto, una fuerza natural. Con Julio cantamos en distintos estudios, que es algo perfectamente frecuente en las grabaciones de discos, pero me hubiera gustado mucho encontrarnos y cantar juntos.
