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Sus paredes y estantes reflejan su amor por esta cultura. La oficina de LoveJapan está repleta de pequeños muñecos, mantas de anime (animación japonesa) y una decena de discos de los artistas que han traído como LiSA y SCANDAL; y en el otro lado de la ciudad, en un café llamado Umami (que significa delicioso en japonés), ubicado en el corazón de la Zona Rosa, se ofrecen platillos tradicionales de la cocina japonesa como complemento a la gira de conciertos y la expo J’Fest.

Así es el ambiente de los nuevos impulsores de los espectáculos japoneses en México, quienes han encontrado en este mercado el medio para “vivir los conciertos de sus artistas favoritos tal y como a ellos les gustaría”.

“Empecé a los 11 años en una comunidad japonesa, por lo que ubiqué qué no tenían los consumidores a la mano que era la música, la moda y todo lo relacionado a la cultura pop de Japón, básicamente era lo que hacía falta (cuando inició J’fest)”, señala Alejandro Bonilla, quien a sus 24 años ha sido el responsable de traer a México a  Ryo Fujimura, HITT, Aki Akane, Rose Noir, ADAMS, Back-On, Lady Beard y Rookiez is Punk’D dentro del festival de música y moda asiática en México.

Y para ello, Bonilla apuesta por conocer bien a su público. “Nuestra característica principal es enfocarnos a nichos específicos, nosotros hacemos cosas más especializadas. Somos un equipo que ya conoce de 13 años a la gente y hemos visto cómo van evolucionando las tendencias”.

Las directoras de LoveJapan, Erika Rodríguez y Karla Bravo cuentan que la gira de conciertos, que festejará su segundo aniversario en noviembre, nació a raíz de su propia afición y su gusto por el cine japonés, para el que ya habían organizado festivales de cine en el país de la mano de Cinépolis con Konnichiwa desde principios de 2014, lo que les dio la oportunidad de traer artistas a la capital.

“Varios de los títulos (de anime) que hemos tenido son de una empresa japonesa que se llama Aniplex, que es una subsidiaria de Sony. Entonces los mismos de Sony Music nos empezaron a decir: ‘Oye, ¿no les gustaría llevar artistas? Porque vemos que hay muchos fans en México’. Y pues lo hicimos, salió muy bien y fue que nos empezaron a recomendar”, cuenta Karla.

Es así que tras AN CAFE en 2014, llegó LiSA, una cantante de J-pop en 2015 a quien ellas admiraban. Le siguieron SCANDAL, Girugamesh y Eir Aoi ese año y en 2016, Kalafina.

“La emoción de ellos es lo que más me gusta. Los artistas salen fascinados. En el concierto de LiSA del año pasado un director de Sony Music me pregunta: ‘¿Cuánta gente hay?’ Pues aquí entran mil, le dije. Y él respondió: ‘no... ése ruido que se escucha ahí son como de 3 mil japoneses’”, recuerda Erika.

Sólo en la capital. Pocos son los artistas que han tenido presencia en otros estados como la del recién fallecido cantante Koji Wada (intérprete de los temas de Digimon) en 2010 en Dengeki Live!, una convención de Monterrey; Chihiro Yonekura, Akira Yamaoka (compositora del videojuego Silent Hill) en Expo TNT Guadalajara, Miku Hatsune en Monterrey o BACK ON en J’fest Guadalajara, porque, como cuenta Erika, es donde se concentra la mayor cantidad de fanáticos en el país.

“La cantidad de gente que tenemos en esta ciudad no se compara ni con Monterrey. El nicho de la música japonesa necesita crecer para moverse fuera de la ciudad. Es muy costoso trasladar a los artistas”, indica.

Hasta el momento, el espectáculo basado en el trabajo del compositor del videojuego de Final Fantasy, Nobuo Uematsu, presentado en colaboración de la Orquesta Sinfónica Nacional y el director de orquesta y ganador del Grammy, Arnie Roth, ha llegado al Auditorio Nacional en 2014 y 2016, recinto con capacidad para 10 mil personas, y el show japonés con más taquilla es el de la banda de J-rock VAMPS, que el 3 de octubre del año pasado logró un aforo de más de 4 mil 500 personas en el Pepsi Center, concierto que se dio gracias a una colaboración de J’Fest con Academia Ninshi y Zepeda Bros.

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