Raphael, más de medio siglo después, sigue gustando a gente desde los 80 años hasta las nuevas generaciones de chicos y cantantes, un éxito que se cimenta, según dijo, en la pasión que pone a todo lo que hace, en mantener viva la capacidad de asombro cada día.

Derrocha simpatía y amabilidad en su conversación. A sus 74 años, el español Rafael Martos Sánchez, conocido artísticamente como Raphael, reconoce que la vida "es un milagro" que se renueva todos los días, un regalo.

"Me asombra todo. Cada vez que amanece, las plantas crecen, salen flores. Yo amanezco con los ojos como platos. Es un milagro todo", dice en una entrevista telefónica el cantante de Linares (sur de España) y precisa que, eso sí, es necesario "poner ilusión a las cosas. Es lo más importante. Una persona apática sin ilusión ni pasión por nada está muerta".

Raphael se mantiene con la misma energía de siempre y el mismo inquebrantable compromiso con su público en los conciertos. Pronto los escenarios de Estados Unidos podrán confirmarlo.

El "monstruo de la canción", como se le conoce cariñosamente, se presentará los próximos 10 y 15 de junio en el Microsoft Theater de Los Ángeles y el Beacon Theatre de Nueva York, respectivamente.

"Es un reencuentro muy especial. Siempre lo recuerdo. Mi primera gira internacional fue en Estados Unidos, cuando lo natural hubiera sido que empezara en Latinoamérica. Pero mi primera actuación fue en el Madison Square Garden de Nueva York y me presentó Brian Epstein, el mánager de los Beatles. Luego hice Las Vegas y San Francisco", recuerda.

Cuando se le pregunta cuál es el secreto para seguir teniendo éxito tras 55 años de trayectoria musical dice que "quizá" la clave sea la ilusión con la que hace las cosas, la pasión que pone a todo lo que merece la pena.

"A la gente le gusta ver a un hombre cantando que parece un crío, que sale al escenario como si fuera el primer día que lo hace", dice Raphael, quien considera que a lo largo de una carrera como la suya se va "creando escuela".

"La gente joven va viendo tus virtudes, si es que las tienes, se van haciendo raphaelistas. Son los años y la experiencia y que te consideren mejor", dice.

Son ya 55 años entregado en los escenarios a esa teatralidad tan suya, que quizá proceda de aquella representación de "La vida es sueño" que vio en un teatro portátil y que le marcó para siempre: descubrió que lo que quería era pasar el resto de su vida subido a un escenario.

"Los años me han descubierto los años. Yo creí que esto no pasaba, porque por mí me hubiera quedado en los quince; pero no hay más remedio que cumplir años para seguir vivo. La alternativa es peor", bromea.

La trayectoria artística de Raphael tiene mucho de genio, desde que con cinco años ganara en Salzburgo (Austria) el premio a la mejor voz infantil de Europa.

Lleva Raphael triunfando en los escenarios de todo el mundo, de Latinoamérica, donde es un verdadero ídolo, Estados Unidos y Europa desde 1962, cuando grabó su primer disco.

Después de tantos años cantándole al amor y al desamor, Raphael piensa que el mejor idioma para hacer el amor es el español, porque es el que él habla.

"Es que nunca lo he hecho en otro idioma", dice con humor. "El español es tan rico, tiene tantas palabras para expresar una misma cosa, agrega.

Sin embargo, asegura que el inglés es un "idioma fantástico para cantar", porque tiene muchas palabras agudas y frases muy cortas", mientras que el español "es más complicado".

Por eso, "quien canta bien en español canta bien en cualquier otro idioma", subraya.

La exitosa carrera de Raphael solo se vio interrumpida en el año 2003, cuando tuvo que ser sometido a un trasplante de hígado debido a una grave enfermedad hepática que hizo temer por su vida.

Pero hoy es un artista que mantiene una vitalidad desbordante, inmerso siempre en proyectos, que sabe desconectar del trabajo para, por ejemplo, pintar sobre lienzo, su gran evasión fuera de los escenarios.

sc

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