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cristina.pineda@eluniversal.com.mx
Pablo López, también conocido como Jahvel Johnson, es un cantante más al que dejaron morir. De ganarse unas monedas en el Metro se convirtió en el triunfador de un programa de televisión de 2014 donde obtuvo un premio de un millón de pesos, que invirtió en parte de una gira que nunca llegó. Tras la grabación de un disco, reconoce que hoy no tiene dinero ni la oportunidad de ser estrella como se lo habían prometido.
“Estoy acostumbrado, venía de la calle y me había tocado la patada, otra vez me pasó y no me afectó mucho porque si ya estás acostumbrado a que te pateen en la vida, que te den otra no hay bronca”, reflexiona
Acompañado por su esposa y su hija de cuatro años, con bastón en mano y un sombrero, se sienta en una banca en una plaza de la ciudad de México. Toma una respiración profunda pues sabe que su situación no es fácil, pero se dice agradecido con TV Azteca por abrirle las puertas (participó en el programa México tiene talento) y levantar su imagen y con la compañía Sony, por darle su apoyo artístico. De los primeros no tiene conocimiento de su contrato (al que le faltan cerca de dos años por terminar) sólo que si lo llaman para algún programa debe ir.
“No procede más que la exclusividad con la empresa. Para mí es un plus. Yo gané México tiene talento y ellos me cumplieron con el premio, a partir de ese entonces no recibo dinero por parte de ellos porque aunque soy producto Azteca no me manejan. Participar con ellos es propaganda gratis para mi y me apunto”.
Después de resultar ganador firmó un contrato de cuatro discos con Sony Music, con la cual grabó un álbum y está a punto de firmar la carta de retiro. Explica que el presidente de la compañía, Roberto López, le otorgó 50 mil pesos para que se recuperara económicamente y la facilidad de tener acceso al master de su grabación, dado que no le grabarán los otros tres discos.
“A final de cuentas Sony cumplió porque me grabó, el problema no es con ellos. Yo creo que no lograron lo que esperaban de mí ni yo lo que esperaba de ellos, no me vieron como un producto rentable”.
Como todo artista debía tener una gran gira, por lo que se unió a la compañía Westwood para representarlo. Entre una de las peticiones que, afirma, le hicieron fue invertir en una gira que nunca tuvo. A su parecer se encargaron de frenar su imagen y ahora también queda pendiente firmar una carta de deslinde, eso sí, sin que le devuelvan un peso.
“Se me prometió una carrera artística y no la vi, ¿me ha visto en promoción o shows? Quizás haya otros proyectos que impidieron que yo saliera a trabajar, me vieron como producto pequeño, u otras cosas ganaban más atención y a mí me fueron echando de lado, realmente no sé.
“Quizás se debe a la ignorancia. Ellos (Westwood) no te aclaran de qué tiempo disponen, su negocio es que el artista esté dispuesto a la hora que ellos lo llaman, pero si saben que no hay nada, ¿por qué no te lo comunican y entonces te dedicas a invertir? Me trajeron semana tras semana llamándoles y preguntando; la vida avanza y el dinero no invertido te lo comes”.
Aunque prefiere guardarse los detalles, afirma que en ese momento estuvo un año congelado porque tenía prohibido regresar al Metro, ya que estaría quemando la imagen de la disquera y sus representantes. Pablo asegura que no quiere ser problemático, sólo pide lo justo. Aún así no piensa en demandar porque eso sería amargarse la vida y prefiere levantarse, seguir practicando e ir por más desde cero, porque las ganas por hacer música no se le quitan. Y si ellos me quieren demandar, bienvenidos, no les tengo miedo”.
Sin dinero, pero libre. Pablo no sabe cómo interpretar todo esto, pero lo que es real es que el millón que tenía se ha esfumado.
“Entré con 920 mil pesos (más los 100 mil del disco y otros tantos mil de un evento al que me llevaron) y para esta quincena tengo 7 mil pesos; tengo que pagar renta, luz, agua. Ya me quedé en la calle. La gente va a pensar que me di los grandes lujos pero que vayan a mi casa a verlos porque no los hay.
“A pesar de que ahorita ya estoy a situación calle, por lo menos estoy libre y puedo empezar a trabajar como si el premio que gané fuera en balde y ni tanto porque yo le debo a hacienda 338 mil pesos todavía. Tengo que trabajar para pagar esa deuda, no creo que nadie me vaya a ayudar”.
Ahora con toda la libertad de su tiempo la tirada es armarse una carrera. Reunió a un grupo, busca coristas y está en proceso de montar sus canciones para tratar de vivir de la música.
Aunque le urge un trabajo para pagar sus deudas, se ha reunido con amigos del medio (que prefirió no nombrar) para armar un show que pueda venderse y con vistas más a futuro le gustaría editar un nuevo disco por lo que, además de montar sus shows, comenzará a escribir algunas canciones y covers en castellano porque le gustaría estar en el gusto del público latino.
“Queremos comenzar a picar piedra no tan de abajo porque gracias a Azteca ya tengo un empuje, no vienes como desconocido”.
Después de todo, tiene fe en ahora sí subirse a los escenarios a lo grande.
“Sé que con trabajo, con fe en Dios y con el apoyo de ciertas personas puedo salir adelante. Aunque pudiera decir todos los detalles, creo que ya es agua pasada porque a todo artista le llega un momento que se mete en un trato que no le es conveniente. Esto fue como mi novatada, prefiero tomarla así. Ya aprendes y ya te ubicas. No me conviene hablar mal, ¿qué gano con eso?”, explicó quien está próximo a trabajar en el bar Sixtie’s, de Insurgentes.