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janet.merida@eluniversal.com.mx
Los adolescentes siempre consiguen lo que quieren, si no todos, por lo menos sí los que convencieron a sus padres de que entraran con ellos al concierto de CD9 o los esperaran sentados a las afueras de la Arena Ciudad de México, mientras ellos afinaban gargantas llamando a la agrupación para que apareciera en el escenario.
El deseo se les hizo realidad poco después de las 19:30, cuando sus ídolos juveniles Alan, Jos, Alonso, Freddy y Bryan salieron cantando “Jaw Dropper”. Hasta las mamás se pusieron a bailar y los papás tuvieron que poner a sus hijas en los hombros para que vieran mejor desde la zona general.
Luego cantaron “Ven, dime que no” y entonces cientos de papelitos de colores cayeron sobre algunas afortunadas que no por bailar y cantar dejaban de lado sus celulares.
La felicidad no fue sólo para los seguidores de la boy band, también lo fue para los vendedores que imprimen el logo y rostro de los cantantes en todo lo que se pueda: tazas, plumas, playeras, sudaderas, gorras, pósters pegatinas y hasta tatuajes temporales en el cachete reluciendo el “CD9”.
Era raro ver a alguien que no tuviera la marca de la banda.
La lista de canciones, coreada puntualmente por las fans (mujeres en su mayoría) incluyó “Me equivoqué”, “Placer culposo” y “Nuestro secreto”; para entonces todas las niñas sobre los hombros de sus padres habían sido bajadas al piso. Otras aprovechaban para tomarse selfies y algunos más (sobre todo los más pequeños) se conformaban sentados comiendo palomitas con un rostro no tan alegre como el de sus hermanos mayores.
“Podemos ver a través de sus ojos y ver lo auténticas que son y eso es lo que las hace perfectas”, dijo uno de los integrantes y entonaron “Me gustas tú sin condiciones, de buenas y hasta en las peores, tú, eres real...”
Al terminar platicaron con ellas y agradecieron su presencia esa tarde-noche.