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christian.leon@eluniversal.com.mx
El 7 de junio de 1958, John L. Nelson, músico amateur que trabajaba en una empresa de accesorios industriales, y su esposa, Mattie Shaw —a quien había conocido años atrás en un concierto de jazz—, dieron a luz a su quinto hijo de siete que tuvieron en su matrimonio.
Nelson, un amante de la música que tuvo que abandonar a su grupo The Prince Rogers Trio por tener que alimentar a su extensa familia, tenía claro que si quería que su recién nacido fuera exitoso, debía darle un nombre digno de la vida que quería para él.
De esa manera optó por llamarlo Prince Rogers Nelson —en referencia al grupo del que formó parte—, pues decía: “Le puse de nombre Prince a mi hijo porque quería para él todo lo que yo deseaba haber hecho”.
Este ideal se logró, su hijo se convirtió en uno de los artistas más innovadores de la escena musical, mezclando géneros y ritmos, ayudándose de las raíces negras de las que provenía, inspirado por grandes de la música como James Brown, Miles Davis o Muddy Waters.
Hasta su muerte ocurrida la mañana de ayer a los 57 años, el músico nunca dejó de ser Prince —aquel artista trasgresor, que jugaba con su imagen andrógina y que no le importaba mezclar el pop con el jazz o el funk e incluso adentrarse en la música disco o la electrónica—, aunque para sus fans y el gremio musical fue un king.
El ídolo del funk, de apenas 158 centímetros de estatura, murió en plena era tecnológica, en la que reina la música online y la descargas digitales, época a la que el propio músico se negaba a pertenecer, pues decía que él era un artista analógico y su manera de crear música era artesanal.
Comenzó a hacer su legado a los siete años, frente al piano que su padre le dejó tras divorciarse de su madre y en el cual compuso sus primeras melodías.
El príncipe ha muerto. El afamado cantante y compositor fue hallado sin vida en el elevador de su residencia en la ciudad de Minneapolis, Minnesota, ciudad que lo vio nacer y partir, una tierra a la que nunca abandonó.
La noticia confirmada por el publicista del cantante se dio después de que el alguacil adjunto del condado de Carver, Jason Kameruda, había informado del hallazgo de una persona sin signos vitales en el lugar, sin especificar su identidad. Luego confirmaron vía Twitter que se trataba de Prince Rogers Nelson.
Con la partida del intérprete de “Purple rain”, se va una carrera dedicada a la originalidad, la reinvención y la propuesta, que supo tomar las raices músicales de su ancestros y hacerlas suyas, llevándolas a otro nivel.
Para Jorge Soto, crítico musical, la estatura del artista era inversamente proporcional a su talento y carisma, pero sobre todo a su fuerza sobre el escenario, que sólo era superada por su arriesgada manera de llevar su carrera.
“Nunca se ciñó a los cánones de la industria del disco, incluso tuvo una situación original cuando cambió su nombre por un símbolo, esa era una muestra y su sello característico, nunca se sujetó a ninguna regla”, dijo.
Una muestra fue cuando decidió continuar su carrera de forma independiente, tras tener problemas con su disquera de entonces, Warner Music, lo que lo incitó a producir sus propios discos y los de otros cantantes. De esta faceta se desprendieron álbumes como Chaos and disorder (1996).
“Cuando se lanzó de forma independiente se quitó el nombre y se puso un símbolo, ese era Prince. Consiguió tener una carrera contra viento y marea, pese a las exigencias de la época, de la industria musical; al final logró tener éxito”, consideró Soto.
La muerte del músicose une a la de otros artistas que nacieron en la misma época, como David Bowie, Maurice White, Paul Kantner y Glenn Frey, todos fallecidos este año.