Más Información
Sheinbaum supervisa avances de la Línea 4 del Tren Ligero en Guadalajara; “siempre será bienvenida a Jalisco”: Lemus
ONG obsequia implantes anticonceptivos a mujeres migrantes; buscan dar acceso a servicios de salud sexual
Sheinbaum se reúne con Lemus; “trabajar al estilo jalisco es en coordinación con la federación”, expresa gobernador
christian.leon@eluniversal.com.mx
Si la noche de este martes el Foro Sol de la Ciudad de México fuera una enorme jungla —cuyos fanáticos fueran toda la fauna del húmedo lugar— Axl Rose, Slash y compañía serían los reyes que congregaron a más de 60 mil almas dispuestas a alabar a Guns N’ Roses.
Desde el atardecer de ayer, aun con el calor que se vivía, la ciudad estaba cubierta por espesas nubes que anunciaban que llovería y, cuando sucedió, el Foro Sol tenía un clima selvático, nada más ad hoc para la llegada de la banda estadounidense.
Miles de personas empapadas por el intempestivo chubasco estaban expectantes a que los californianos salieran al escenario, en tanto, disfrutaron con la propuesta de The Cult para finalmente a las 21:30 escuchar los primeros acordes de “It’s so easy”, que anunciaba que sus ídolos habían llegado.
Un par de fuegos artificiales daban la bienvenida a la banda que con un simple “Hola” encendió el ánimo del recinto; para esa hora, ya se encontraba a reventar.
No era de sorprender que las camisetas y chamarras negras abundaran para el lugar, como tampoco las melenas, así como aquellos padres que acudieron con sus hijos o parejas.
Al igual que lo hizo en su presentación del fin de semana en el Festival de Coachella, Axl apareció en el escenario en un trono, uno que además de empoderarlo como una de las figuras más representativas del rock de los 90, hacía que el músico no se lastimara el pie que se fracturó hace unos días.
La gente enloqueció con los temas que el grupo ejecutó como “Mr. Brownstone” y “Chinese democracy”.
No había pasado ni media hora cuando en el foro retumbó “Welcome to the jungle”; quizá el emblemático y cadencioso baile de Axel en esta canción faltó, pero fue compensado por los fans, quienes no dudaron en recordar y ejecutar aquellos pasos.
Aunque aparentemente los problemas entre Axl y Slash quedaron atrás, en el escenario la interacción entre ambos era nula; el guitarrista británico por momentos se acercaba a Richard Fortus o al baterista Fank Ferrer, pero nunca al vocalista que permanecía sentado en su trono y con la pierna izquierda inmobilizada.
“Double talkin’ jive”, “Estranged”, “Rocket queen” e incluso el cover al grupo Wings “Live and let die” eran igualmente aclamadas.
Con un público acostumbrado a la estridencia, esta noche no fue la excepción y la música sonó sin escatimar en luces, fuegos artificiales y hasta cañones con fuego.
Incluso a la mitad del show tres bailarinas exóticas aparecieron para deleitar al público masculino, mientras escuchaban canciones como “You could be mine”, “Attitude” y “This love”.
El momento para la historia de lavisita de Guns N’ Roses fue cuando ejecutaron uno de sus himnos: “Sweet child of mind”, que hizo que el público eufórico regresara al menos dos décadas al pasado cuando la banda irrumpió en la escena musical.
Por un momento, los emocionados asistentes vieron de nueva cuenta sobre el escenario a cuatro músicos veinteañeros que, con su estilo desenfadado y hard rock, hacían bailar y celebrar a los fanáticos.
El show continuó en una noche en la que no pudieron faltar otras canciones importantes de la carrera de la banda estadounidense, como “November rain”, “Knockin’ on heaven’s door” —cover del músico Bob Dylan— y “Paradise city”, con la cual cerraron el primero de dos conciertos en esta ciudad antes de emprender su tour por Estados Unidos.