Más Información
Lilly Téllez se lanza contra Raquel Buenrostro por su ratificación; continuará la “tapadera” de los hijos de AMLO, dice
Senado ratifica a Raquel Buenrostro como secretaria de la Función Pública; rendirá protesta en próxima sesión
Sheinbaum designa a Leticia Ramírez como coordinadora de campaña contra adicciones; distintas instituciones estarán involucradas
Realizan operativo contra la piratería en plaza "México Mart" en el Centro de la CDMX; fue clausurada en septiembre
Iglesia se pronuncia en contra de despenalización del aborto en Edomex; “ejerce violencia por invisibilizar al hijo”, acusa
Noel Gallagher siempre ha dicho que se siente incómodo como “frontman” de una banda.
Pero la noche de este martes, el mayor de los Gallagher demostró, una vez más, que está hecho para eso.
En el arranque de una gira por Centro y Sudamérica, Gallagher y sus High Flying Birds se presentaron en el Teatro Metropólitan por segunda ocasión en 14 meses, con una mezcla de sus clásicos de Oasis, algunos Lados B y los sencillos de sus dos discos en solitario.
Para prender a sus fans mexicanos, Noel arrancó con Everybody’s On The Run, tema de su álbum debut con los High Flying Birds.
Vestido de manera sencilla, con pantalón de mezclilla y camisa azul, el cada vez más canoso Gallagher siguió con dos canciones de su más reciente material, “Chasing Yesterday”: Lock All The Doors y Heat Of The Moment.
El primero de los nueve temas de su legendaria banda, Oasis, fue Fade Away.
Luego vinieron Riverman (una mezcla entre Paul Weller y Pink Floyd que incluye lo que Noel siempre consideró pretencioso: un solo de saxofón), Death Of You And Me y You Know We Can’t Go Back, para darle paso al primer gran clásico de la noche.
Cuando sonaron los primeros acordes de Champagne Supernova, los gritos y las lágrimas brotaron en el edificio de Independencia.
Esta nueva versión del éxito del “(What’s The Story) Morning Glory?” es prácticamente acústica y suena “suave”, comparada con la estridente que la banda de Manchester acostumbraba a tocar en la década de los 90, cosa que a los fans mexicanos no importó y cantaron junto con Noel, a todo pulmón, el “Where were you while we were getting high?”.
Después de Dream On vino una acelerada Sad Song, uno de tantos Lados B de Oasis que se convirtieron en material de culto.
If I Had A Gun y D’yer Wanna Be a Spaceman precedieron a otro de los temas más coreados de la noche, la apropiada The Mexican. ¿Qué mejor lugar en el mundo para tocar esa canción?
Entonces se encadenaron otras cuatro piezas noventeras: Digsy’s Dinner, The Masterplan, Listen Up y la entrañable Wonderwall, que Noel toca y canta con los ojos cerrados y en modo “automático”.
AKA What a Life! fue su penúltimo esfuerzo, sólo para dejarle el mejor momento del concierto a Don’t Look Back In Anger.
Al unísono, el Metropólitan cantaba, ya casi sin voz, el “Soooooooooooo Sally can wait”, coro de la emblemática canción que Noel escribió hace poco más de 20 años.
Fue el final perfecto para todos aquellos que añoran una reunión de Oasis, pero esto es lo más cercano que podrán estar de aquella banda, punta de lanza del sonido britpop.
Noel Gallagher y sus High Flying Birds construyen su propia historia, renuevan el sonido y se ganan nuevos seguidores.
Porque no hay razón para seguir persiguiendo el ayer.