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La Habana.— Guillermo Tell no contempló pasar de ser un personaje emblemático (quizá ficticio) de la lucha por la independencia de Suiza en los siglos XV y XVI, a convertirse en controversial figura política en Cuba… por culpa de una canción. A los melenudos rockeros Mick Jagger y The Rolling Stones, y John Lennon y The Beatles les sucedió algo similar hace medio siglo en esta isla de régimen comunista.

El legendario héroe suizo maldijo a su primogénito, porque jamás comprendió que su hijo creció, se aburrió de estar con la manzana en la cabeza y echó a correr. El hijo sólo quería probar puntería con la ballesta de su progenitor, pero con la fruta colocada en la cabeza de su padre.

Traducida a jerga cubana, la historia contó simbólicamente que los cubanos, como el hijo del héroe, se cansaron de estar desde 1959 con la manzana en la cabeza y a la espera de que Fidel Castro, líder de la revolución comunista de Cuba, mantuviera control del arma y fuera el único con opción de usarla. Al suizo, narró “no le gustó la idea y se negó a ponerse la manzana en la cabeza” por temor de que su hijo fallara.

Por esa y otras canciones que produjo en la década de 1980, su autor, el trovador cubano Carlos Varela, sufrió asedio del régimen, sus creaciones fueron prohibidas en las radioemisoras cubanas y, pese a ser marginado de contratos, nunca emigró al exterior. Varela se atrevió a narrar, con profunda destreza y atado a un doble lenguaje sin decir nombres y apellidos de nadie en la isla, la similitud entre el hartazgo de los cubanos y el hijo siempre obligado a obedecer a Guillermo Tell.

El caso es uno de muchos que ilustran la censura cultural impuesta en Cuba por el sistema comunista sobre lo que oliera a capitalismo o expresara reclamo e inconformidad con la revolución. En 1963, Castro afirmó en un discurso: “Muchos de esos pepillos, hijos de burgueses, andan por ahí con una guitarrita en actitudes ‘elvispreslianas’ y han llevado su libertinaje a extremos de querer ir a algunos sitios de concurrencia pública a organizar sus shows feminoides por la libre”.

Con ese verticalismo ideológico se prohibió a los cubanos escuchar a los Beatles, los Stones y a otros por ser catalogados como ejemplos del decadente y tenebroso capitalismo.

En la década de 1960, un hombre con cabello largo o las personas con posiciones cercanas a la corriente mundial juvenil de los hippies eran blancos de las redadas policiales de represión y arresto. Por eso, los jóvenes cubanos de aquellos años recurrieron a vías clandestinas para esconder los discos de Beatles, Stones y otros conjuntos.

“Yo sí seguía la música de Elvis, de Lennon, de todos ellos”, contó el cubano Osvaldo Luis Duquesne, de 68 años y ahora responsable de custodiar una imagen sorpresivamente inaugurada en 2000 en un parque habanero, con Lennon sentado a una banca, con sus espejuelos redondos, cabello largo y actitud de paz. “Yo me hacía mi trampa para escucharlos”, narró Duquesne a EL UNIVERSAL.

Al aceptar esa mítica figura en ese sitio conocido como Parque Lennon, el régimen cubano negó que censurara a Beatles y otros conjuntos.

El concierto que los Stones darán hoy en La Habana se enlaza con vientos de cambios, como la visita que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, realizó del 20 al 22 de este mes a esta capital en el reacercamiento de Washington con Cuba.

Aunque Varela sigue cantando, Castro se retiró por enfermedad en 2006 y, como Guillermo Tell, nunca se puso la manzana en la cabeza.

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