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Humberto Dupeyrón y Sara Navarrete, padres de Odin Dupeyrón, develaron la placa por los diez años del monólogo ¡A vivir! y se dijeron orgullosos de que su hijo llenara el Auditorio Nacional.
En una silla de ruedas, producto de su esclerosis múltiple, el primer actor fue ovacionado por el público donde se encontraba Jorge Ortiz de Pinedo y por el propio Odin, quien dijo era un ejemplo.
"Es mi padre amado, pero también es mi karma. Le debo tantas cosas y lo primero es el talento, mucha gente lo conoce y una vez una mujer me preguntó: '¿no te molesta que te digan que actúas como él?', pero no porque es mi padre", refirió para dejarlo hablar.
"Es la primera vez que estoy en el Auditorio Nacional; tengo que decirles que yo aquí hice El Ermitaño, de Miguel Sabido, y entonces caminaba en el escenario, subía la cortina. Mi hija Natasha ya estuvo en este escenario y ahora ver a mi hijo creando un antecedente en la historia del teatro en México porque nunca se había visto en toda la historia que un actor llenara un escenario con diez mil personas, eso es un récord mundial", afirmó.
Quien dice haber tenido una infancia difícil y contestataria inició con su show a las 21:00 horas, justo después que su telonera Dalilah Polanco diera unas palabras entre lágrimas. Risas y reflexiones fue las que generó entre su público, pues con un escenario minimalista solamente con una manta, una mesa, una silla y plantas adaptó por más de dos horas una historia que hizo identificarse a más de uno.
Algunas veces interactuó con los presentes al interpretar el personaje de Marciano a la vez que anunció volver al coloso de Reforma para 2017, además de una gira de décimo aniversario por las principales ciudades de la república.
Temas como la felicidad, el amor y la aceptación social inundaron de preguntas y cuestionamientos personales, pues uno de los propósitos de Odin era que la gente se cuestionaba si quería esa vida.
Entre sus agradecimientos incluyó a su grupo de staff, así como a su primer y último productor, la ex esposa de su padre y su hermana, quienes en sus inicios recordó cortaban los boletos en la entrada y prendían velas para que llegaran a la función.
"Estaba muy inquieto con la posibilidad de que quedáramos pobres por rentar el Auditorio y nadie llegara... No hay ningún patrocinador, nadie nos está pasando ninguna lana para hacer esto. Estamos yo, mis huevos y los de mi equipo; la verdad nos lanzamos a la aventura con la confianza por la obra y me siento en familia, en casa, querido con mi manada y venimos a disfrutar y a aullar.
"Me llena de emoción hasta las lágrimas, gracias por su amor, su incondicionalidad y que han estado en las buenas y en las malas, que se pelean en Facebook por mi", expresó emocionado quien contó que hace diez años sólo pensaba en hacer quince funciones para tener qué comer.
lsm