En el día en que los mexicanos hon- ran a sus muertos, la cantante Lila Downs hizo lo propio con un concierto ofrenda en un abarrotado Auditorio Nacional que llenó de sus canciones y del folclore de su tierra.

Con un escenario decorado con las tradicionales flores naranjas de cempasúchil, la flor de los muertos, y del también típico papel picado, la artista ofreció más de dos horas de música ante unas 10 mil personas, muchas de las cuales acudieron vestidas con disfraces alusivos a la muerte.

La intérprete dedicó este show a “todos los difuntos”, a “los vivos muertos y a los muertos vivos”, dijo la cantante, siempre defensora de las causas sociales y de sus orígenes indígenas.

Vestida primero con cartuchera de balas al pecho en honor a su más reciente disco, Balas y Chocolate, la artista interpretó temas como “Una cruz de madera” o “Son de difuntos” alusivos a la muerte, que estos días recuerdan los mexicanos, con su particular idiosincrasia de celebración.

También hubo tiempo para canciones como “Humito de Copal” o “La Patria Madrina”, y con ellas referencias a problemas existentes en México como las desapariciones o la violencia contra los periodistas.

Y es que “para levantar esta nación hacen falta cosas como educación, sinceridad, respeto y alegría”, dijo la artista, ganadora de un premio Grammy y tres Grammy Latinos.

Los asistentes a este show escucharon también temas del anterior trabajo de Downs, Pecados y Milagros, como son “Zapata se queda” y “Mezcalito”, así como canciones tradicionales de compositores como Juan Gabriel y José Alfredo Jiménez.

En el Coloso de Reforma, la intérprete recibió de su casa disquera un reconocimiento por más de 240 mil copias vendidas por parte de Roberto López, director general de Sony Music México, quien le entregó un Doble Disco de Platino por Pecados y milagros y Disco de Oro por Balas y chocolate.

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