En el día en que los mexicanos honran a sus muertos, la cantante Lila Downs hizo lo propio con un concierto ofrenda en un abarrotado Auditorio Nacional que llenó de sus canciones y del folclore de su tierra.

Con un escenario decorado con las tradicionales flores naranjas de cempasúchil, la flor de los muertos, y del también típico papel picado, la artista ofreció más de dos horas de música ante unas diez mil personas, muchas de las cuales acudieron vestidas con disfraces alusivos a la muerte.

Quiso dedicar este show a "todos los difuntos", a "los vivos muertos y a los muertos vivos", dijo la cantante, siempre defensora de las causas sociales y de sus orígenes indígenas.

Vestida primero con cartuchera de balas al pecho en honor a su más reciente disco, "Balas y Chocolate", la artista interpretó temas como "Una cruz de madera" o "Son de difuntos" alusivos a la muerte, que estos días recuerdan los mexicanos, con su particular idiosincrasia de celebración.

También hubo tiempo para canciones como "Humito de Copal" o "La Patria Madrina", y con ellas referencias a problemas existentes en México como las desapariciones o la violencia contra los periodistas.

Y es que "para levantar esta nación" hacen falta cosas como "educación", "sinceridad", "respeto" o "alegría", dijo la artista, ganadora de un premio Grammy y tres Grammy Latinos.

Los asistentes a este show pudieron escuchar también temas del anterior trabajo de Downs, "Pecados y Milagros", como son "Zapata se queda" y "Mezcalito", así como canciones tradicionales de compositores como Juan Gabriel o José Alfredo Jiménez.

cvtp

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