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nora.marin@eluniversal.com.mx
Londres.— El azul y blanco predominan en el estudio, son los únicos colores permitidos, los únicos que usa, los que dan suerte y rodean a Roberto Carlos. Y para una celebración dorada no son la excepción.
Músicos, coristas, público y staff también se visten de azul y blanco para ser parte de la grabación del álbum Primera Fila del artista en los míticos estudios Abbey Road, elegidos para festejar 50 años de su idilio y complicidad con el público hispano.
Entre paredes donde lucen fotografías de artistas como The Beatles y Pink Floyd, o de las bandas sonoras de las películas de James Bond y Gravity, el staff se mueve con la sola mirada de Roberto Carlos.
Lo conocen, saben lo que le gusta, lo que le incomoda y lo que debe prevalecer: descartar de su vista los colores marrón, morado y rojo, no entrar y salir por la misma puerta y evitar el uso del número 13, así como las palabras “azar” o “mentira”.
También le gustan el orden, el respeto, el positivismo y las rosas blancas. Todo es un forma de ser y de vivir, dice, y puede mantenerse así sin que le afecte lo que está a su alrededor.
“No veo por qué alguien tenga que contaminarse con las cosas que le rodean si tienen un pensamiento firme en relación a la vida y el mundo, si tienes integridad”, explica.
Hay palabras que ha retirado de sus canciones, como “infierno” y “maldad”; cuida el lenguaje porque desea que sus mensajes sean claros.
“Yo hago todo con mucha verdad, las canciones dicen exactamente lo que quiero y en lo que creo. No sé si tengo un cuidado especial o si ya es una cosa espontánea lo que digo en mis canciones. Sólo soy lo que está en ellas”.
Roberto Carlos ha sido un defensor del romanticismo, un sentimiento que, afirma, no se ha desgastado con las décadas ni con las modas.
“El amor trasciende todo y el romanticismo siempre existirá. La gente dice que el amor ha cambiado, pero no, el sentimiento siempre ha sido igual. Las canciones que hablaban de amor son iguales”.
En vivo. Luego de dos horas de ensayo, el cantante de 74 años aparece al centro del estudio, sonriente, pero nervioso. Es amante de lo clásico, pero esta vez se da permiso de que sus canciones tengan nuevos arreglos.
“Para mí fue una sorpresa muy agradable porque no sabía lo que se podía hacer en las canciones, pero me gustó mucho lo que quedó”.
Inicia el show, domina temas como “Lady Laura”, “Amigo”, “Amada amante”, “Cama y mesa”, pero de vez en cuando interrumpe, olvida los nuevos arreglos y vuelve a empezar; se apena, ríe y se disculpa. El público lo anima y Roberto Carlos continúa.
“Son canciones que he grabado durante toda mi carrera, algunas que han sido éxito en el mercado de habla hispana y algunas que no he grabado antes en español”.
Tras casi dos horas de concierto, que incluye “Detalles” y “La distancia”, el cantante brasileño termina la jornada y sólo espera los resultados que verá el 6 de noviembre. Tiene curiosidad, admite, este concepto de grabación es nuevo para él, pero todo sea por celebrar su relación con el público hispano.
En realidad, el balance es bueno para el artista. “Es de alegría y agradecimiento por todo lo que el público me ha dado. Supongo que hay cosas que haría diferente con la experiencia que tengo hoy; quizá hice algunas cosas equivocadas, pero eso es todo”.