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cristina.pineda@eluniversal.com.mx
Como es su costumbre, Andre Rieu hizo de su regreso a México una velada internacional con música y ópera, e incluyó toques de humor y elegancia.
Al final de su Love in Venice tour mostró una bandera de México mientras los casi 10 mil asistentes le cantaron las mañanitas, ya que el pasado 1 de octubre cumplió 66 años.
Puntual a las 20:30 horas, y desde en medio del primer piso del Auditorio Nacional, Rieu caminó hasta llegar al escenario y tomó las manos de quienes se cruzaron por su camino.
Dijo “¡Buenas noches!” en español pero después pidió apoyo de la mexicana Mónica Noguera para las traducciones.
“Es fantástico que estén con nosotros para disfrutar de una noche llena de música; provenimos de todas partes del mundo para tocar esta noche, en la orquesta hay más de 10 nacionalidades. ¿Dónde estamos? Exactamente en el centro del universo con la mejor audiencia del mundo entero”, expresó.
Un elegante traje negro y su inseparable violín lo acompañaron en la velada con “Seventy six trombones”, junto a los más de 40 integrantes de su Johann Strauss Orchestra (vestidos de gala) que emocionó a los miles de presentes a la primera de cuatro noches cuando alentó a la afición de los Pumas a cantar al ritmo de “Jazz waltz”.
Los asistentes se volvieron protagonistas en “Volaré”, acompañados de tres tenores.
Una pantalla curva proyectó varias imágenes al interpretar la española “Amor, vida de mi vida” y sólo para México “Nessun dorma” de Giacomo Puccini en un aria de su ópera Turandot.
Con toques cómicos de su parte y de sus músicos interaccionó, hizo gestos y causó las risas de todos cuando mencionó a las corridas de toros y una mujer se levantó de su asiento, vestida de rojo, para correr al ser perseguida por una botarga que al final mostró en sus cuernos un sostén del intenso color.
Con el escenario con flores interpretó de Consuelo Velázquez “Bésame mucho”. Después de un descanso, volvió para tocar “Colone Bogey March”; siguieron “Veronika der Lenz ist da” y “Irgendwo auf Der Welt”y “El Danubio azul”.
“Hemos cantado canciones de todo el mundo. Les voy a desear lo mejor que un hombre pueda desear a alguien: mucha música”, dijo antes de “Novena sinfonía”, de Beethoven.
Entre euforia, dio las gracias e hizo ovaciones pero la gente, de pie, le pidió más, a lo que complació con la sorpresiva “Cielito lindo”; terminó pasadas las 23:00 horas.