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jesus.diaz@eluniversal.com.mx
Holanda.— André Rieu es un rockstar en su género. El músico holandés, de 66 años, aún conserva su mirada inquisidora, melena impecable y una alegría que contagia a sus decenas de fanáticos, quienes abarrotan sus conciertos para moverse al ritmo de vals y temas clásicos. Las cifras dicen mucho más sobre su éxito: ha vendido 66 millones de CDs y DVDs; posee 330 discos de platino, 100 de oro; y es el único artista de música clásica cuya gira, la de 2009, ha logrado estar entre las 10 más exitosas del mundo.
“Vengo de la música clásica en donde todo estaba mal: aquí estaba la orquesta, allá la audiencia, con una gran distancia. Lo más importante es que la gente crea”, cuenta en entrevista con EL UNIVERSAL, desde su castillo en Maastricht, su ciudad natal.
Su pasión comenzó a los 5 años por iniciativa de su padre, quien fue director de orquesta. Un poco por rebeldía a sus cánones y los que aprendió en el conservatorio de Bruselas, decidió crear su propia orquesta a los 29 años. Una década después ya tenía un estilo que le abrió las puertas.
Innovación. El espectáculo que ofrece, como los que presentará desde mañana y hasta el 17 de octubre en el Auditorio Nacional, en donde ha vendido todas las localidades, se caracteriza por piezas clásicas amenizadas con vestimentas coloridas, pantallas led, bromas dentro del ensamble y una interacción constante con el público.
Esto le ha valido severas críticas.
En 2000, Timothy Mangan, especialista en música clásica del Orange County Register, escribió un ensayo en el que denostó a Rieu por sus “valses de Strauss aviesos con sacarina”.
El holandés está acostumbrado a esas críticas.
“¿Alguna vez has visto una estatua de algún crítico en algún lugar en el mundo? Yo nunca. Entonces, está bien (que lo critiquen)”.
El diario estadounidense The Wall Street Journal retomó la opinión de Mangan nueve años después para ejemplificar cómo la gente ha aceptado cada vez más este crossover que atribuye a músicos como José Carreras, Plácido Domingo y Luciano Pavarotti (Los Tres Tenores), Andrea Bocelli y el propio Rieu.
“El problema es que algunos creen que la música clásica es para ellos. Piensan: ‘Soy más que tú, la música clásica es para mí, no para ti, porque tú no estás educado’. Eso es algo en lo que no creo, no me gusta. La música es para todos”, afirma.
André está convencido de su legado, prevé tiempos extraordinarios de apertura, encabezado por los jóvenes que no delimitan, ni juzgan, como sus antecesores. “Ellos privilegian a su corazón, obviamente los músicos deben conocer su instrumento, pero si no tocas o escuchas desde el corazón, no estás contemplando realmente la música”, considera.